¡Aparecieron!

Para J.

Por fin, una entrada sobre el séptimo arte.

Hace unos dos años y medio empecé a oir hablar de esta película, “Aparecidos”; rodada en gran parte en Argentina, primera película del sevillano Paco Cabezas. Sin muchos más detalles, salvo conocer y haber visto en Internet su corto “Carne De Neón”, y compartir dimes y diretes con su propio hermano sobre la historia del cine formal e informal (he aquí que el sabio y paciente lector que ya me ha leído habrá deducido por sí mismo  cuál defendía cada uno, yo y el hermano), pues… ejem, ejem, el tiempo pasó. ¡Vaya que si pasó! De hecho, a finales del año 2008, creo que el mismo 13 de Diciembre, fecha que me gusta por diversas razones, la película se estrenó en diversas salas españolas (apuntar que en Barcelona se estrenó, entre otras salas más comerciales y nocturnas, en los cines Alexandra, lugar sinónimo de al menos cierta independencia cultural – de hecho, cualquiera más o menos atento a sus horarios y pases se da cuenta de que las puertas de las salas del Alexandra se siguen abriendo no precisamente para ganar dinero). Aquellos pases terminaron,  justo a comienzos del frío Enero. 

¡Ay!, dentro del monasterio se quedan las andanzas por las que conseguí finalmente una copia de la película. De aquí no salen. Pero sí diré que aquellas transcurrieron hacia  Abril de este mismo año… y cuando finalmente vi la película, en el misma pantalla en la que escribo, fue el pasado 3 de Octubre

El comienzo de la película es clásico. Una camilla es arrastrada con ganas por unos desconocidos hacia el interior de un lúgubre pasillo de hospital. Una chica grita… pero se aclara la situación. Ella y su hermano discuten sobre la firma que deben aportar los dos para que su padre finalmente pase a mejor vida. Ella quiere terminar con el tema, a fin de cuentas han volado los dos hasta Buenos Aires sólo para eso. Pero el hermano no las tiene todas consigo y decide que habría que conocer un poco mejor a su padre.

Con naturalidad, la historia fluye, – estoy hablando de los primerísimos minutos de la película, que nadie piense que esto es un “Mar adentro” con sangre -. Gran toque de guión: un coche espera en el hospital, el del padre. Vehículo que va a ser uno de los protagonistas de la película. Y empiezan un viaje hacia la Patagonia.

Paradita para mear. Ella, al fondo, a lo suyo. Él, en la delantera del coche, observa cómo una niña aparecida de no se sabe donde, hurga en el hueco de la rueda trasera izquierda.  Él se da cuenta, la observa, se acerca, se agacha, e intenta ayudar a la pequeña. Mete la mano, y saca un gastado cuaderno del pasaruedas. ¡Qué naturalidad!

Pero, ¡atención!, adoradores del realismo, ya les he recalcado que la niña aparece. No es que aparezca, aparece. ¡Benditas cursivas!

Apunto una frase de Poe, del relato “El Corazón Delator”, que no es algo casual.

“And it was the mournful influence of the unperceived shadow that caused him to feel – although he neither saw nor heard – to feel the presence of my head within the room”.

Y tras este sensacional cruce del Rubycon, de la orilla realista a la de ensoñación, fantasía, o fantástica, llámela como quieran, el espectador empieza a removerse a ratos en la butaca o silla, a la vez que el subconsciente también se altera lo suyo.

Paco, guionista de “Sexy Killer” -estrenada en el Festival de Sitges del año pasado -, es amigo de homenajear a sus queridos monstruos internos (variados y parece que bien llevados). En “Aparecidos”, se rinde tributo a “Duel” (la gran película de Spielberg). La palabra “tributo”, llevada al terreno de la música, significa versionear canciones de grupos de algún tipo de culto. Casi siempre excesivos los cambios, y las ganas de sorprender; casi nunca efectivos los resultados. Paco consigue, sin embargo, y en mi opinión, ponerse a la altura del original; en la escena en la que el coche de los dos hermanos llega a una gasolinera, con su correspondiente garito de carretera. Primero, éste sin lugar a dudas que da mucho más mal rollo que el que visita Dennis Weaver, que hasta parece disfrutar de su break – algo sudadillo, eso sí -. La camioneta fantasma, segundo, es otro gran personaje de la película. Los planos en los que arremete contra el coche contienen muchísima fuerza. Nada de excesos. Nada sobra.

Y sigue el viaje. El viaje por el espacio y el tiempo. El espectador, aparte del disfrute, también debe poner algo de su parte; se trata de que deje aflorar los muchos o pocos recuerdos, alojados en el subconsciente, que posea del periodo dictatorial argentino. Es de suponer que los jóvenes pocos tendrán, o ninguno. Quizás sirva la película también para interesarse por el tema. ¡Usted!, deje de leer esto, y teclee en el Google nombrecitos como Luciano Menéndez, Jorge Rafael Videla, o Eduardo Emilio Massera. O directamente, visite esta página:

http://www.me.gov.ar/efeme/24demarzo/dictadura.html

El final de la película, tras pasar  por unos jodidos minutos en los que la tortura, la confusión y lo desagradable se hacen dueños del guión, es un final chulísimo. Si bien el futuro no queda claro, al menos el pasado algo se ha limpiado, u oxigenado.

http://i30.photobucket.com/albums/c303/machenalia/aparecidos7.jpg

Javier Pereira, Paco Cabezas, Ruth Díaz.

Gran ópera prima en el difícil camino del largo.

 ¡Suerte!

Leave a Reply