Archive for the ‘Literatura’ Category

De Vuelta (a Osaka)

Tuesday, September 8th, 2009

Sasame Yuki es el título de la más poderosa novela de post-guerra japonesa; las hermanas Makioka, the Makioka Sisters. O eso dicen.

Lo averiguaré,  pues me he puesto en ello.

En mi caso, trato de volver a las calles de Naniwa. No para leer una novela al estilo de los Buddenbrook  (que ya es suficiente placer), sino para rememorar esa copina de sake por aquí, aquel primer trozo de sushi, o de okonomiyaki. En Osaka. ¡Ay! Y en inglés, porque me consta que la traducción is pending supeingo de.

Lecturas Estivales

Wednesday, September 2nd, 2009

Tras el proyecto Zinoviev, que me llevó de cabeza durante unos tres meses, empecé a disfrutar de variadas lecturas.

La primera, de un tal Alberto Escudero. Casi perfecta. Una delicia de ejercicio literario, más dedicado al escritor principiante que al lector relajado.

Y seguí con Borges…

 

Muy entretenida novela de ciencia ficción.

 

 

En estas estoy ahora…

 … de la que destaco la siguiente frase:

Elisa le regaló una novela de Enrique Vila-Matas. Lejos de Veracruz, dijo, era una novela un poco especial, sobre todo al principio, hasta que no se le capta la voz. Pero luego ese estupenda. ¿La Voz?, preguntó Braudel. Sí, la voz, respondió ella. Es lo más importante que les encuentro a muchas novelas.  

Novela poderosa, sólida, y prefigurante, como diría Borges.

 

 

 

 

Cumbres Abismales I (Parte V) – Alexandr Zinoviev

Monday, July 13th, 2009

Última entrada de extractos sobre esta gran novela.

¿Quiénes Somos?

Pueden emplearse ordenadores a fin de hallar la variante mejor, propuso el Científico. Mas esto no cambia la situación. Son los hombres quienes manejan las máquinas. Son los hombres quienes suministran el material para todas ellas. Por tanto, la esfera donde ha de resolverse nuestro pequeño problema se desplaza un tanto ahora. El problema es idéntico, pero lo decisivo será la selección y la valoración de los datos proporcionados por los ordenadores, así como el juicio de sus resultados y la toma de la decisión.

Tú, por ejemplo, simpatizas con el Amante de la Verdad. Pero tienes tus propios problemas personales. No te importan los sufrimientos de los demás. Te importan únicamente tus propios sufrimientos. Además, el éxito del Amante de la Verdad te irrita.Para tomar parte en la política se precisa un grado suficientemente elevado de incomprensión. Yo no lo tengo.

Han buscado lo que no existe, dijo el Visitante. ¿La doctrina sobre el mundo? No existe, ya que las leyes generales del mundo no son más que acuerdos sobre el sentido de las palabras. ¿La doctrina sobre la sociedad? No existe, pues las leyes generales de la sociedad no son más que reglas de conducta inventadas por los hombres. ¿La doctrina sobre el ser humano? No existe, ya que el hombre es todo cuanto se quiera, es decir, nada. El ser humano no es más que un visitante casual de este mundo. Cuando existe ya deja de existir. Ningún nexo, todo es verdadero. Y todo falso. Todo posee un profundo sentido. Y todo es insensato. Todos son inteligentes. Pero la inteligencia no proporciona la elección. La inteligencia la excluye. Tanto más la ciencia. ¡Qué extraño!, dijo el Embadurnador. Todos dicen lo contrario. Porque buscan la fórmula del ser, dijo el Visitante. Pero lo que se necesita es la fórmula del vivir.

Te contaré una parábola, dijo el Charlatán. Fui llamado al ejército aún antes de la guerra. Llegué al regimiento. Nos llevaron al comedor. En cada mesa sentaron a ocho. Nos trajeron una hogaza de pan. Un muchacho de aire inteligente se encargó de repartirlo. Lo dividió del siguiente modo. Cortó un trozo grande. Luego otro algo menor. Los restantes a como le salieron. Clavó el cuchillo en el trozo más grande y gritó: “¡Al ataque!”. Y acercó el segundo trozo a un mozo corpulento, vecino suyo, que le protegía. Para mí llegó uno de los momentos más importantes de mi vida. Bien me sometía a las leyes generales de la existencia social y procuraba agarrar el trozo mayor de los que quedaban, bien me oponía a esas leyes, es decir, no participaba en la lucha. Durante una fracción de segundo se puso en funcionamiento toda mi pasada experiencia vital. Tomé el trozo que quedó en la mesa. Esa fracción de segundo decidió toda mi vida posterior. Me obligué a apartarme de la lucha.

En vuestro país, dijo el Periodista, a pesar de todo no existe por ahora el verdadero ismo. Lo que tenéis se llama capitalismo de Estado. Sandeces, dijo el Neurasténico. Todo esto es una delirante invención de los istas de vuestro país que jamás nos visitaron. Lo que existe en nuestro país es feudalismo de Estado. No estoy de acuerdo, dijo el Embadurnador. Tenemos, más bien, esclavismo de Estado. También tú te equivocas, dijo el Charlatán. No tomáis en cuenta una circunstancia decisiva. Nuestro país es ficticio, y además, se basa en premisas que, en general, no pueden realizarse. Somos el fruto de la morbosa imaginación del Esquizofrénico. Y todos los conceptos que aquí habéis empleado no se nos pueden aplicar. La esclavitud, el feudalismo, el capitalismo, todo eso ocurre en el marco de la civilización. Y nosotros somos anticivilización. Si nos hubiésemos realizado prácticamente, habríamos recorrido en nuestro desarrollo las mismas etapas que la civilización. Sólo que con el signo contrario.

El Monumento a los Caídos, en cambio, se está haciendo con gran rapidez, dijo el Embadurnador. ¿Cómo te lo explicas?, preguntó el Neurasténico. Falta poco para la inauguración, dijo el Embadurnador. Y no pueden hacerlo sin mí. Está claro, dijo el Neurasténico. Y luego te borrarán de la lista de los autores bajo cualquier pretexto. Es muy posible, dijo el Embadurnador. Han introducido sin mí un pequeño cambio y lo andan pregonando por todas partes como si se tratara de una revisión radical del proyecto. Además, no tengo muchas ganas de figurar como autor de eso. No se trata de lo que tú quieras. Se trata de cómo se comportan ellos. En algunas situaciones cualquier acto humano tiene el mismo sentido. ¿Por qué? Porque todos ellos representan una reacción de antemano establecida. ¡Qué se vayan al diablo!, dijo el Embadurnador. Son bagatelas insignificantes. Sí, así es, en efecto, dijo el Neurasténico. De mil éxitos pequeños es imposible formar un éxito grande. Pero de mil pequeñas canalladas se forma una gran canallada.

En general, soy contrario a la violencia. Pueden conseguirse los mismos resultados sin violencia. Y hasta mejores. Basta con tener paciencia y saber esperar. Cuando a la gente se la violenta, les parece que son capaces de hacer muchas cosas. Si les concedes libertad todos comprenden muy pronto que no son capaces de nada. La capacidad de hacer algo es una mutación. Todo cuanto dices tiene aire científico, dijo el Neurasténico. ¿De dónde sacas esas ideas? En mi tiempo leí al Esquizofrénico y al Calumniador, respondió el Colaborador.

¿Usted reza?, preguntó el Visitante. Sí, dijo el Charlatán. A veces. ¿Y a quién se dirige?, preguntó el Visitante. A Dios, naturalmente, dijo el Charlatán. ¡No va a ser a los colegas! ¡No va a ser al director! ¿Y qué le dice usted a Dios?, preguntó el Visitante. Depende, dijo el Charlatán. A veces le insulto. Pero esto sucede muy raras veces. A veces le doy las gracias por lo que hay. Cuando lo paso mal, le suplico que no sea peor. Cuando mi estado es soportable, le suplico que siga siendo así. ¿Y le ayuda?, preguntó el Visitante. Sí, dijo el Charlatán. La oración cambia el sentido de nuestras apreciaciones y nos porporciona cierta serenidad. Entonces, ¿es usted creyente?, preguntó el Visitante. Temo desilusionarle en este sentido, dijo el Charlatán. Permítame que le dé una breve conferencia. El hombre puede dirigirse a un individuo concreto, a un grupo de individuos y a una organización empleando tres formas: el ruego, la gratitud y la censura. Se trata de una forma de dirigirse personificada. Pero retire de ese esquema la personificación. Imagínese que el hombre no se dirige a nadie. Pero dirigirse como forma lingüística no puede ser tan incompleta. Y el lugar vacío se rellena con una forma de personificación como tal. Y de acuerdo con la definición, uno se dirige a Dios. Todo esto, dijo el Visitante, son puros trucos lingúísticos. ¡Qué le vamos a hacer!, dijo el Charlatán. La civilización es nuestro medio. Es imposible escapar de ella. Todo está en el lenguaje y mediante el lenguaje. Hasta la religión adopta la forma de una actividad puramente lingüística.

Y tú ya sabes cómo terminó la cosa. Por las propias reglas de la carrera, el arribista más capaz resulta el más inepto desde el punto de vista de las posibilidades de prosperar. Tener cualidades equivale a no tener ninguna, es decir, a no destacar en nada. Lo positivo es la disposición a realizar actos sociales de un determinado género. Pero se trata de capacidades en un sentido totalmente distinto, es decir, de lo que es capaz de hacer el individuo (delatar, mentir, calumniar, ordenar que se mate, matar él mismo). La disposición a realizar unos u otros actos sociales no es indicio de talento en el sentido que solemos emplearlo para científicos, artirtas, políticos, deportistas, cantantes. El talento es innato, y el comportamiento social no lo es. A personas como el Adalid, el Verraco, el Pretendiente, el Troglodita y sus semejantes no se les puede aplicar el término de talentosos, ya que ellos consiguen triunfar no a costa de sus capacidades innatas, sino por ausencia de las mismas. Su disposición a comportarse canallescamente es lo que compensa la falta de sus capacidades innatas o su insignificancia.

Les parecemos un enigma, pero no porque seamos mucho más complejos que una ameba, dijo el Neurasténico. En realidad, somos más sencillos de comprender. Pero ustedes procuran comprendernos a través de un sistema de prejuicios propios, de nuestro camuflaje social y de nuestro propio deseo de ocultar ante los ojos de los demás lo que somos realmente. Tal vez, dijo el Periodista, la gente lo oculta por ignorancia. Eso no ocurre, dijo el Neurasténico. No puede ocultarse lo que no se sabe. Si lo ocultamos, significa que lo sabemos. Y sabemos que no vale la pena mostrarlo. ¿Y por qué usted habla de ello?, preguntó el Periodista. Porque quiero que seamos mejores, dijo el Neurasténico. Y para eso debemos seguir unos modelos y esforzarnos por atenernos a ellos. Y para que los hombres se dediquen a ello en gran escala (y no unos cuantos) hay que poner al desnudo lo que son en la vida real. Los hombres deben avergonzarse de su mugre ante los demás y tomar medidas para eliminarla. Pero, mientras tanto, la escondemos.

Hubo un tiempo cuando a los jodensitas le decían la verdad los locos, los epilépticos, los bufones. Y los artistas, dijo el Neurasténico. Veo en esto otro peligro, dijo el Charlatán. El hablar se ha convertido en fenñomeno de masas. Por ello no predomina en el hablar el ansia de claridad, de precisión y sinceridad, sino el afán de ahogar en un turbio torrente de palabras incoherentes todos los problemas contemporáneos de importancia vital para la sociedad. No por mala intención, sino por el afán de autoafirmación y por la falta de hábitos en el uso lógico del lenguaje. Desde el punto de vista lógico, la práctica lingüística de los hombres es un espectáculo digno del pincel de un surrealista. Los discursos de los políticos, de los procuradores, de los abogados, de los periodistas, propagandistas, científicos, etc., ofrecen modelos destacados de incoherencia e incongruencia lógica. Me resisto a creer que una actividad tendente a mejorar el lenguaje desde el punto de vista de la lógica pueda influir en la actividad lingüística de la humanidad. La voz de un hombre que invite al orden lógico es la voz del que clama en el desierto… Y dicho sea de paso, la lógica profesional, de cuyos éxitos se alardeó tanto, se ha convertido por sí misma en un típico fenómeno social de masas, debido a lo cual está muy alejada de las tareas del perfeccionamiento del lenguaje.

Pero no se puede vivir sin esperanzas ni ilusiones, dijo el Embadurnador. Lo que no se puede es seguir viviendo con esperanzas e ilusiones. Además, ya no las hay. Y no por eso viven peor los hombres. Tú, intencionadamente, lo presentas todo en forma de paradojas, dijo el Embadurnador. Por el contrario, dijo el Charlatán. Procuro extraer de formas monstruosamente paradójicas de la existencia, figuras más o menos correctas… No vale la pena que continúes, dijo el Embadurnador. También yo camino constantemente en círculos, pero creía haberme perdido. Ahora resulta que éste es el camino recto.

Los procesos sociales se aceleran ahora cada vez más, dijo el Científico. Es un tópico, dijo el Charlatán. Cuando una frase se repite siempre y en todas partes es la prueba infalible de que es absurda ideológicamente. Aunque surja, de acuerdo con todas las leyes de la ciencia, de un reactor atómico o salga a rastras de un cromosoma. Podemos señalar tan sólo su fundamento psicológico. Antes, los hombres calculaban de algún modo la llegada de los acontecimientos y éstos, en general, no les defraudaban. Llegaban en el plazo previsto. Ahora es frecuente que los hombres esperen los acontecimientos de un modo determinado, pero se producen en otro. El Arribista, por ejemplo, se casó con su joven secretaria. Es hombre de experiencia. Sabía que su mujer tomaría un amante. Pero de acuerdo con las leyes de la vieja historia, esperaba que este hecho sucediera al cabo de unos ocho años. Pero ella le puso los cuernos al cabo de ocho días. Estos errores estables en los pronósticos se califican de aceleración de los procesos sociales. Hablar de ellos ha pasado a ser indicio de cultura y progreso. Pero, ¿acaso todos los acontecimientos que se esperan ocurren antes? ¿Cuántos de ellos se producen después o no se produden en absoluto? ¿Quién calculó su correlación?

Mirad, dijo el Humorista. Ya vienen. Con los fusiles ametralladoras dispuestos a disparar se dirigían a ellos en airosa formación los soldados bien vestidos y alimentados del Destacamento Defensivo: el Troglodita, el Pensador, el Sociólogo, el Minino, el Pretendiente, el Colega, el Director, la Esposa, el Arribista, el Académico, el Instructor, el Colega, el Científico, el Pintor, el Literato, tras ellos, empujándoles y dirigiéndoles, avanzaban las hordas de los Nulok.

Cumbres Abismales I (Parte IV) – Alexandr Zinoviev

Tuesday, July 7th, 2009

Cuarta entrada dedicada a Zinoviev.

Confieso que mientras estoy en ello, he estado leyendo a Gorki… ¡Ay! ¡Qué bien escribe!… ¡y cuán bien conoce el alma humana!… y sin embargo, sabía tan poco del futuro… Ironías de la vida, contra las que nadie puede luchar. Ni siquiera los revolucionarios; ni los jueces que viven rodeados de cámaras entrantes y salientes.

Y ese periódico mural titulado “El Pensador Jodensita” seguiría y seguiría publicándose en el Instituto de no haber comenzado a soplar nuevos vientos que llegaron al quinto piso donde se ubicaba el Instituto. Y como llegaron a pesar de todo, aunque el ascensor desde tiempos inmemoriales se hallaba en reparación, condenando a los empleados obesos y embrutecidos por el ocio a las nuevas enfermedades llegadas desde el Occidente: el infarto, el cáncer, el derrame, la dispepsia, la paranoia, etc. Y fue entonces cuando los liberales, los demagogos, los voceras y los jovenes gamberros del Instituto después de comprobar y requetecomprobar los materiales en todas las instancias superiores, se convencieron del acierto de sus planteamientos y publicaron el número fatal del periódico.

Para Dostoievski es el tema de la responsabilidad personal por los crímenes de masas y para el Embadurnador es el de la irresponsabilidad de las masas por los crímenes individuales. Para Dostoievski el crimen es la desviación ficticia de una cierta normalidad natural y el castigo es la normalidad. Para el Embadurnador el crimen es la normalidad natural y el castigo la desviación ficticia de una cierta normalidad criminal.

La secretaria de un jefe no muy importante, pero tampoco pequeño, sacó el sello, sopló encima y alzó la mano en el último y culminante movimiento. Todos los papeles estaban reunidos y debidamente firmados. Todos los sellos estaban puestos a excepción de este último papel ya firmado por el jefe, no muy importante, pero tampoco pequeño, que la secretaria se disponía a estampar. ¡Gracias a Dios!, pensó el Embadurnador, ¡que ya se acaba ese papeleo! Ahora, a trabajar… Pero… la secretaria no estampó el sello. Dejó caer lentamente la mano con el tampón, lo retiró cuidadosamente de la mesa y cerró el cajón con llave. Espere un minuto, que voy a llamar por teléfono a… Y dio un nombre que nada significaba. Aquí tengo al Embadurnador, dijo la secretaria en el auricular, y él… Habló media hora por teléfono. Media hora estuvo el Embadurnador con la mano extendida en espera del último papelito casi sellado. Llame dentro de unos días, dijo la secretaria depositando el auricular, después de haber dicho “bueno”. Y guardó el papelito en un cajón de la mesa.

Mas considero un deber constatar el siguiente hecho. Si incluso por ciertos motivos el aparato de imposición ideológica dejara de funcionar (a causa, por ejemplo, de una destrucción material), algunos elementos de la doctrina ideológica oficial conservarían su importancia como elementos voluntarios de una u otra ideología (oficial o no oficial). Nos enfrentamos a una ideología grandiosa pese a todo. Si eso no fuera así, no habría ningún problema. Y, a propósito, el desprecio y el desdén generales por la ideología oficial no la priva de ningún modo de su categoría de grandiosa.

La reciente y penosa experiencia de la sociología para conquistar, no hablemos ya de autonomía, sino, por lo menos, el derecho a poseer su propio nombre, nos demuestra elocuentemente que la ideología no cederá a nadie, sin combatir, la esfera de las ciencias sobre la sociedad. La ideología, vuelvo a decirlo, después de haberse apoderado de la esfera de las ciencias sociales no se convierte por ello en ciencia. Con relación al mundo en su conjunto o al conocimiento (y al pensamiento) la ideología tiene un competidor a quien no es tan fácil vencer: la lógica. Y no tanto competidora, como la constante amenaza de ser sorprendida en flagrante delito de fraude.

Pese a todas las medidas adoptadas en contra, la intelectualidad jodensita tenía una idea bastante completa sobre la literatura disidente de los últimos años. En todo caso hablaban de ella como si la estudiasen especialmente y casi por obligación en los círculos de anti-instrucción política. El último libro del Amante de la Verdad, dijo el Científico, es impresionante. Quedé horrorizado. Hablaron del miedo. Yo, dijo el Charlatán, distingo entre el miedo animal en el hombre y el miedo humano en el animal. El animal teme el asesinato y la violencia; teme, en general, el mal que ve y prevé intuitivamente. El hombre teme la imposibilidad de hacer el bien que es capaz de hacer. Es terrible, naturalmente, que existan muchos hombres capaces de hacer el mal y con posibilidades para ello. Pero es más terrible aún que haya pocos capaces de hacer el bien, aunque sólo tengan para ello alguna posibilidad. El verdadero horror no consiste en que haya excepciones de la norma, sino en el hecho de que exista una norma que origina imprescindiblemente esas excepciones. Constatar los asesinatos, la violencia, el terror y todo lo demás y nombrar a los culpables es una acción de suma importancia. Pero a mí me interesa otra cosa, a saber, el horror de una situación donde no se mata a nadie, pero donde se hace algo más terrible: no se permite a los individuos ser hombres, llegar a ser ellos mismos. Te comprendo, dijo el Embadurnador. Esa posición condena a la inactividad.

Para una personalidad creadora, se dijo el Neurasténico a sí mismo, la tragedia mayor es la imposibildad de hacer aquello que se cree capaz de hacer. Se trata de una verdad conocida. Mi aportación a ese problema es el haber establecido los diversos tipos de tragedia. Distingo tres tipos. El primero corresponde a la tragedia del Amante de la Verdad. Lo único que necesita de la sociedad es la posibilidad de ser oído. El segundo tipo de tragedia corresponde al Embadurnador. Exige de la sociedad, además de lo otro, cuantiosos recursos materiales (por ejemplo, bronce, mármol, piedra, un gran local, una plaza, etc.). El tercer tipo de tragedia corresponde al Calumniador. Exige de la sociedad hombres, porque su misión directa es hacer hombres.

Si eres vago y no cumples los plazos prescritos (lee: el tema es difícil, hay que abordarlo con toda seriedad), o bien has escrito algo sumamente mediocre (lee: has puesto de manifiesto tu alta calificación, tu gran conocimiento del tema, la habilidad de resolver con espíritu creador los problemas), todo ese sistema pasa desapercibido. Parece que no existe en absoluto. Te meten prisa o bien te conceden plazos suplementarios, te alaban, te aconsejan. Todos los amigos se ofrecen para darte las referencias que hagan falta. Te las puedes ingeniar incluso para cobrar los honorarios; los premios están asegurados. Pero, ¡Dios te libre de hacer algo que se salga de lo corriente! o, ¡hasta miedo da pensarlo! algo relevante. Se revelan de inmediato todos los eslabones del sistema y cada uno de ellos descubre su poder indestructible. Entonces se ve con meridiana claridad que cualquiera puede hacer fracasar tu obra o, por lo menos, retenerla durante un tiempo indefinido, valiéndose de cualquie pretexto. Incluso con el pretexto de que se expone un nuevo punto de vista no sancionado, que no debe uno apresurarse, que se precisa una discusión seria.

Además, el hecho de que seas autor de numerosas publicaciones, de que eres generalmente conocido, de que tu reputación es excelente no juega ningún papel. El trabajo que se sale de lo corriente es tratado como si fuera de un autor novel que intentara colar su primer bodrio. Todos cuantos participan en el proceso del trabajo con la obra, que se sale de lo corriente, resultan ser de pronto especialistas en esa materia, aunque ésta se haya descubierto precisamente en ese trabajo. Y, además, más calificados que el propio autor, aunque nunca hayan publicado nada sobre ese tema. Si la persona que participa en la publicación del libro no comprende algún pasaje del mismo, significa que el autor tiene un fallo…

¿No publicar? Durante un cierto tiempo, claro está, se puede escribir sin publicar. Guardarlo en un cajón de la mesa. O, bien, tirarlo al cesto de los papeles. Pero el hombre no puede llevar durante mucho tiempo su camino consigo. Debe dejarlo atrás. O bien no hacer nada. O bien hacer como todos.

Al principio no podía comprender de ningún modo el por qué de las personas que aparentan trabajar (simulan) consiguen mayores éxitos que los que trabajan en realidad. Por qué la simulación del trabajo es más viable que el propio trabajo. No puedo decir que este problema esté definitivamente aclarado para mí. Pero ahora empecé a comprobar algo.

Para hacer un trabajo se precisa cierto número determinado de personas. Pero el número de personas incorporadas a la simulación del trabajo no está limitado en principio. Un conocido mío, excelente simulador de científico (tanto en sus escritos como en la organización de las investigaciones) se las ingenió para crear un instituto dedicado a la investigación con cientos de colaboradores y gastar varios millones en un problema que no valía nada y se resolvía a lo largo de varios minutos, y además, negativamente. Se intentó desenmascararle, pero nada se consiguió, pues en esa obra estaban interesadas altas organizaciones y los propios desenmascadores eran unos aventureros. El trabajo necesita un resultado final, ser visto desde lejos, una verificación inflexible de acuerdo a unos principios en los cuales no participen sus creadores y una valoración exterior. La simulación del trabajo se contenta con la apariencia de los resultados, más exactamente: con la posibilidad de rendir cuentas por el tiempo transcurrido. La comprobación y la apreciación de los resultados se realiza por personas que toman parte en la simulación, que están relacionadas con ella, interesadas en que se conserve. El trabajo transcurre de forma prosaica, aburrida, gris, discreta y cotidiana. Es el trabajo. La simulación es un ajetreo y una agitación vanos… Dicho en pocas palabras, y tal como lo hubiera dicho el Esquizofrénico, la simulación es un fenómeno puramente social, defendido por todos los medios de la defensa social. Para la simulación, el trabajo no es más que un pretexto, un motivo, una forma. El trabajo, en cambio, es un fenómeno antisocial. Es indefenso por sí mismo. Necesita protección. Lo soportan solo en la medida que su falta o mal estado amenace la existencia de la simulación. Para hacer el trabajo se necesita inteligencia, capacidad, laboriosidad, conciencia, espíritu crítico y otras raras cualidades humanas. Se exige, por tanto, un individuo que socialmente esté menos adaptado. Para la simulación basta con un individuo social medio y una preparación profesional socialmente media…

La simulación se convierte a veces en la causa o en una de las causas de ciertas graves consecuencias. Sobre todo cuando el objeto de esa actividad son las masas humanas. Por ejemplo, durante la guerra se superpuso a la dirección de la misma una poderosa simulación del sistema dirigente. Sus consecuencias son generalmente conocidas. Y no puede negarse que la simulación de la defensa y de la seguridad del Estado contribuyó esencialmente al exterminio de masas humanas que no ofrecían ningún peligro para la existencia del mismo.

Cumbres Abismales I (Parte III) – Alexandr Zinoviev

Thursday, July 2nd, 2009

Esta tercera parte va dedicada a la Ciencia. Y a las niñas que salen por la Noche. Y a los borrachos aprovechados.

¡Que no cunda el pánico!

Un conocido mío decía que la humanidad debía estarle agradecida por no haber hecho todo el mal que era capaz de hacer. Es, naturalmente, una postura, la postura de la pasividad. La postura de la actividad, dijo el Desviacionista, no vale más. Los crimenes más abyectos de la historia se han cometido siempre en nombre del Bien. ¿Dónde está, pues, la salida?, preguntó el Intelectual. En el excusado, dijo el Desviacionista. No hay salida, ya que en general no se precisa. Es un problema artificial. No hay quien pueda salir y no hay dónde. Ni hay para qué salir. Todo debe verse desde otro punto de vista. Pero no sé desde cual. Siendo todavía un chiquillo leí no sé en qué libro lo siguiente: “Los hombres crean de manera insensata un proceso que nada vale, que no tiene ni sentido ni objetivo y que los arrastra por azar a la nada. Y tan sólo la impotencia de cada uno ante la ciega e implacable fuerza de todos confiere a ese proceso rasgos de majestad y grandeza. Los esfuerzos de algunas personalidades por librarse de él y conquistar la libertad les conduce al éxito sólo por el camino de la autodestrucción y por ello son estériles”. Recuerdo ese pasaje, pero sólo ahora empiezo a comprenderlo. Demasiado tarde, es una pena. Pero ya es hora de dormir.

En mi ismo, como Usted ha dicho, masas enormes de hombres reciben relativamente poco, pero, en cambio, trabajan aún menos, también comparativamente, de forma que el coeficiente de recompensa es bastante elevado. Intente proponer a nuestros trabajadores que elijan entre un trabajo pesado con un salario elevado o un trabajo más fácil con menor salario que garantice, sin embargo, la satisfacción de sus necesidades elementales, y le aseguro que la mayoría preferirá esto último.

Tras el tabique, el borracho dueño de la vivienda insultaba a más y mejor a su no menos agresiva esposa. Lloraba un niño. En casa de los vecinos tronaba el televisor. Fuera se oía el estruendo de un mundo grandioso construído de acuerdo con la teoría de la construcción de un mundo así, precisamente, a base de los grandes adelantos de la “quibenematiqui” rehabilitada y relativista.

No son bagatelas. El estado del idioma es un índice del estado en que se encuentra la cultura espiritual de la sociedad.

¿Usted se refiere a la posibilidad de medir la grandeza de la personalidad? Pues bien, existen rasgos identificativos de la personalidad y se utilizan de uno u otro modo en los juicios reales. Por ejemplo, una personalidad relevante aspira en lo posible a no regir destinos humanos si no es preciso hacerlo. Una nulidad aspira a violentar la voluntad ajena en todas las circunstancias para demostrar que es una persona de férrea voluntad. Una gran personalidad tiende a ser sencilla y verídica. La nulidad quiere engañar y confundir para que consideren que es una persona enérgica y fuerte. Si elaboráis profesionalmente estas verdades obtendréis una teoría que os permitirá medir la personalidad. ¿Qué falta nos hace?, preguntó el Arribista. Aunque sólo sea, dijo el Charlatán, para que os convezcáis de que el Adalid era la nulidad más completa en plena consonancia con el medio que le promocionó.

La ciencia contemporánea no es una esfera de la actividad humana, cuyos participantes se dediquen únicamente a la búsqueda de la verdad. La ciencia contiene no solo, y ni siquiera tanto, cientifismo como tal, que en nada se parece a la ciencia como se la suele considerar generalmente, sino también el anticientifismo, profundamente hostil a la ciencia, pero que ofrece, sin embargo, un aspecto más científico que ella. Así es, desgraciadamente, este mundo. Todo en él está desdoblado y puesto al revés. Los principios del cientifismo y el anticientifismo son diametralmente opuestos.

La literatura dedicada a la metodología de la ciencia crece de forma amenazadora. Esto, sin embargo, no tranquiliza las mentes. La abundancia de la literatura en vez de aportar claridad, comienza a dificultar cada vez más no solo la solución de los problemas, sino incluso su formulación y comprensión elemental. Y nadie intenta liberarse de esa dificultad. Se cultiva. Los especialistas en la solución de los problemas ceden su lugar a los especialistas que estudian esos problemas, pero no los resuelven. El deseo de comprender la opinión ajena cede su puesto a una incomprensión activa, de forma que resulta imposible enunciar un pensamiento que no sea deformado por los colegas y rechazado por uno u otro motivo.

Toma, lee, dijo el Embadurnador al Charlatán, tú puedes leerlo, pues eres persona honesta. El Charlatán ojeó un pequeño cuaderno escolar. Era un diario que dejó olvidado la modelo. Es un documento terrible, dijo el Embadurnador. Te juro que todo cuanto en él se dice es verdad. El diario se componía de anotaciones del siguiente tipo: llegué al estudio de X. Es joven aún. Simpático. Sobre la mesa había vodka, salchichón, una naranja. Desnúdate, me dijo. Me desnudé. Me gustas, me dijo. Bebimos. Hicimos chi-chic. Volvimos a beber. Volvimos a hacer chic-chic. Pasadas algunas páginas, la historia con X finaliza. X es un canalla. Un roñoso. Y hace cosas que dan asco. Me fui con Z. Todavía no es viejo, aunque está calvo. Sobre la mesa había coñac, salchichón, mandarinas. Me dijo: desnúdate. Me desnudé. Tienes buena figura, me dijo. Bebimos. Hicimos chic-chic… En nuestor medio, dijo el Embadurnador, todos hacen lo mismo. Combinan lo útil con lo agradable. Y las propias modelos lo consideran natural. Tú dices que es un documento terrible, dijo el Charlatán. ¿Crees que en nuestro medio es mejor? Mi jefe actual es una completa nulidad. Todos los años cambia de secretarias y ayudantes de laboratorio. Luego las coloca no sé dónde, las sitúa, las ayuda a ingresar en cualquier sitio. No a todas, pero a casi todas. Y son niñas recién salidas de la escuela.

La conciencia de un individuo contemporáneo con instrucción media se rellena a través de numerosos canales (radio, cine, revistas, libros de divulgación científica, de ciencia-ficción, etc.) con una inmensa cantidad de datos científicos. Gracias a ello se eleva sin duda el nivel cultural de la gente. Pero, al mismo tiempo, los hombres empiezan a creer en la omnipotencia de la Ciencia y la propia Ciencia adquiere rasgos sumamente alejados de su índole académica habitual. Los conocimientos científicos, al penetrar en la conciencia de los hombres, no caen en lugar vacío ni tampoco en su forma primitiva. El hombre contemporáneo posee la capacidad impuesta por la historia de elaborar ideológicamente los conocimientos recibidos y, además, necesita hacerlo. El modo como la sociedad le proporciona los conocimientos científicos hace inevitable el efecto ideológico. La ciencia, en fin de cuentas, suministra tan sólo la fraseología, las ideas y los temas. Pero no depende solo de la ciencia la forma en que será tratado ese material en la esfera de la conciencia históricamente formada de los hombres. Baste decir que la ciencia es profesional, sus resultados tienen sentido y son accesibles a la comprobación mediante un lenguaje especial únicamente. Para un consumo amplio se recurre al idioma corriente, se simplifica y explica, creando así la ilusoria claridad, aunque, por regla general, nada tiene de común con el material que se explica. Presentan los logros científicos una especie de mediadores, los “teóricos” de dicha ciencia, los divulgadores, los filósofos e, incluso, los periodistas. Es un grupo social enorme que posee sus propias misiones sociales, sus hábitos y tradiciones. De forma que los avances científicos penetran en las mentes de los simple mortales en forma tan profesionalmente preparada que solo cierta similitud verbal con el material inicial recuerda su origen. Y estos conocimientos se consideran de distinta manera que en su medio científico. También es distinto su papel. Así, pues, se forma en realidad una especie de dobles originales para los conceptos y postulados de la ciencia. Cierta parte de estos dobles pasan a ser durante un tiempo más o menos largo elementos de la ideología. A diferencia de los conceptos y afirmaciones de la ciencia, que tienden a ser precisos y comprobables, sus dobles ideológicos son ambiguos, polisémicos, indemostrables e irrefutables. Carecen de sentido desde el punto de vista científico. La afirmación, por ejemplo, de la física sobre la existencia en las micropartículas de propiedades ondulatorias y corpusculares al ser extorsionada de la física y elaborada ideológicamente se convierte en una expresión que emplea palabras imprecisas y polisémicas, como “onda”, “corpúsculo”, “simultáneo”, etc. Ahora es posible demostrar que los cuerpos físicos no pueden ser, según parece, ondas y corpúsculos al mismo tiempo y, por otra parte, que sí lo pueden ser, pero en las profundidades de la materia. Es un cuento. Pero no un cuento destinado a los niños, sino a personas adultas, instruidas, que anhelan lo misterioso y lo enigmático. Para contar esos cuentos hay que saber manipular con bastante delicadeza y habilidad las construcciones lingüísticas, tener conocimientos especiales de física, y además, adquirir ciertos hábitos en la metodología de la ciencia.
La sociedad presiona a los hombres, les obliga a respetar los dobles ideológicos de la ciencia. Por ejemplo, muchas tesis de la teoría de la relatividad, perseguida en su tiempo por herética, ahora, tras su transformación ideológica, son casi canonizadas. Todo intento de decir algo que las contradiga aparentemente se rechaza por parte de las fuerzas influyentes de la sociedad (por ejemplo, se acusa de ignorantes, reaccionarios, etc., a quienes lo intentan).

Cumbres Abismales I (Parte II) – Alexandr Zinoviev

Monday, June 29th, 2009

 Como prometía, aquí va la primera ración de extractos. ¡Que aproveche!

Examinemos el siguiente caso: el encargado de la sección administrativa de una institución que usted conoce bien llegó a tener más importancia que el propio director. Por sus manos pasaba todo lo relativo a las viviendas, casas de campo, coches, viajes, víveres, etc… Y los sobornos que admitía eran de tal índole que esos héroes de folletín resultan simples cachorritos comparados con él. ¿Cree usted que toda esa actividad suya era desconocida por todos? La conocían todos, pero hasta un cierto momento no se le concedió importancia. Una cosa es el conocimiento real y otra el formal. A los responsables les convenía, los de la base callaban, bien por temor, bien con la esperanza de recibir alguna migaja del pastel. En una palabra, cuando se rebasó la medida y surgió la amenaza del escándalo, al encargado se le destituyó. Pero ¿cómo? Fue reprendido, censurado, prevenido. Se moderaron un tanto los apetitos. El Estado lucha contra los defectos, pero no en nombre de consideraciones superiores, ideales, sino en la medida en que se ve obligado a hacerlo y sin perder de vista la conveniencia de esa acción. Así pues, obra en total acuerdo con las leyes sociales como órgano de justicia social y no como órgano de defensa de los ofendidos y humillados.

Se llegó a presentar, incluso, la candidatura de tres científicos que desde sus años mozos no habían tenido ninguna relación con la ciencia por haberse dedicado a trabajos más responsables. Uno de ellos escribió una carta secreta sobre el otro, en la cual demostraba convincentemente que él no era lo que pretendía parecer. El otro escribió una carta abierta, en la cual demostraba con no menos persuasión que él era precisamente tal como se presentaba y el otro, en cambio, era distinto a como se le consideraba. El tercero contó a todos quiénes eran en realidad los otros dos. Los dos primeros protestaron, juntamente, contra la errónea conducta del tercero cuando los tres estuvieron allá. Quedó elegido un cuarto, quien, en general, no fue propuesto, pero ayudó en cierto sentido a una persona bien conocida por el Suplente y también un quinto candidato quien era justamente esa persona; su nombre quedó en el anonimato por consideraciones superiores. Eligieron asimismo a un Suplente (el Jefe salió elegido en las elecciones pasadas, pero lo proponían cada vez como testimonio de amor y respeto), a cinco Ayudantes, treinta y seis Suplentes del Ayudante, una docena aproximada de Colaboradores y Consejeros diversos. A estos últimos se les envió de inmediato al extranjero en comisión de servicio.

¿Son libres o no los cadetes de la Escuela de ir o no de mujeres y de beber? Por ahora no puede responderse a esa pregunta. Hay que delimitar, primero, el concepto de los grados de libertad y señalar el modo de medirlos. En particular, el grado de libertad puede determinarse como una magnitud que caracteriza la actitud de personas-actos libres frente al número general de personas-actos libres. Será una magnitud comprendida entre cero y uno. El grado de libertad será igual a cero si todos los individuos de esa multitud carecen de libertad para actos de ese tipo e igual a uno si todos los individuos de esa multitud tienen libertad para realizar actos de ese tipo. Los restantes casos se distribuyen entre esos dos extremos. Este esquema simplifica aún demasiado la situación real, ya que todas las personas-actos se toman como indicativos por igual y su número es bastante elevado. La realidad no es así, sin embargo. En la realidad los hombres tienen diverso valor y magnitud en la vida social. A veces la libertad de publicar las propias obras nada significa para miles de personas, pero para una sola la imposibilidad de publicar su obra equivale a la no existencia de la libertad de prensa. A veces los hombres no intentan, en general, realizar actos de un determinado tipo, aunque oficialmente no están prohibidos o bien lo intentan tan raras veces que resulta imposible determinar si existe realmente o no la libertad de hacerlo, ya que en general es imposible medir el grado de libertad. Supongamos, sin embargo, que existe un modo de medir el grado de libertad y las condiciones para su aplicación. Una vez hecha esta suposición habrá que ponerse de acuerdo sobre qué magnitud es suficiente para reconocer que la libertad existe si la magnitud de su grado es más de la mitad. Así pues, es muy posible que haya un grupo de personas con un alto grado de libertad con relación a ciertos actos, mientras que un Jodanov cualquiera carece de ella. A lo dicho se puede añadir que suelen existir diversos grados de libertad con relación a diversos actos. No he mencionado, ni mucho menos, todos los aspectos del problema. Mas de lo dicho resulta evidente que todo cuanto se diga en general sobre ese tema sin una terminología claramente definida y con hechos rigurosamente establecidos carece de sentido. Dos países dados, A y B. Tanto en uno como en otro están permitidos los viajes turísticos al extranjero. Supongamos que os interese saber si existe en esos países una libertad real o no para salir fuera. Disponéis de los siguientes datos. En el país A se han presentado cien solicitudes: un 99 por 100 obtuvieron el visado de salida, pero a uno no le dejaron salir; en el país B, durante ese mismo período de tiempo se presentaron cinco mil solicitudes, de las cuales cuatro mil quinientos recibieron el visado de salida, pero a quinientos les fue denegado. ¿Qué país de los mencionados goza de mayor libertad en ese sentido? Se armó un griterío feroz. Ante todo se puso de manifiesto que más de la mitad de los participantes en la discusión jamás habían oído hablar de viajes turísticos al extranjero ni de visados de salida. Sus posiciones quedaron claramente fijadas en su forma de expresarse: “Ya no saben qué pedir”, “están ya hartos de todo”, “no les vendría mal trabajar una temporadita en el koljós”, “también podía traer a colación la luna”, “eso a nosotros no nos importa”, etc. El Alarmista resumió: la discusión terminó, la verdad la “diñó” en el debate.

Hago diferencia, escribía el Esquizofrénico, entre lo social y lo oficial. Lo oficial es la forma histórica en la cual se realiza el reconocimiento de lo social. Lo oficial es antípoda de lo social, que surge sobre su base y está indisolublemente ligado a él. Lo oficial es el doble de lo social. Son enemigos irreconciliables y amigos inseparables. En realidad son una y misma cosa, pero se manifiestan en forma diferente. Lo oficial no coincide con el Estado, ni con el derecho, ni con la moral, ni con la ideología, etc. Para entender lo oficial, la sociedad debe enfocarse desde un punto de vista distinto. Lo antisocial es lo que limita las leyes sociales, las obstaculiza y, en general, tiende a liquidar su poder. Lo antioficial es lo hostil a lo oficial en tanto que reconoce lo social. Las funciones antisociales corren a cargo del Estado, la moral, la religión, etc.; estas instituciones, sin embargo, pueden cumplir también funciones antioficiales y estar asimismo al servicio de lo social y lo oficial. La manifestación extrema de lo social es el amoralismo total; la manifestación extrema de lo antisocial es la conciencia moral; la manifestación extrema de lo oficial es el burocratismo formal; la manifestación extrema de lo antioficial es la criminalidad. Esta exposición, naturalmente, es muy esquemática.

Desde el punto de vista social N es un demagogo, un imbécil, un arribista, pero desde el punto de vista oficial es un buen orador, un científico serio y excelente dirigente.

El individuo social aspira a mejorar su posición social. Desde ese punto de vista todos los individuos son arribistas, acaparadores, ambiciosos, pero no todos consiguen obtener lo que desean y la mayoría comprende desde el principio que sus esfuerzos son vanos y esto se considera como una virtud. Tan sólo unos cuantos de los que podrían participar con éxito en la lucha social hallan en sí mismos fuerzas para elegir conscientemente otro camino. Sin embargo, también en este camino esperan obtener algún que otro éxito.


Hay que diferenciar la importancia real y nominal del individuo en la sociedad. La real incluye las características sociales del individuo y la nominal es la peculiar manera de expresarlas para alguna que otra ocasión de la vida oficial. Su correlación puede ilustrarse en el ejemplo de la correlación entre las cualidades reales del individuo y el atestado que recibe cuando solicita algún trabajo, cuando se le propone a un premio o tiene que arreglar los documentos para salir al extranjero. A X, por ejemplo, se le tiene por arribista, mujeriego, lerdo, aprovechado, etc. Las personas interesadas conocen esa característica real de X, pero su característica nominal puede ser la siguiente: moralmente estable, especialista altamente cualificado, tiene discípulos. Las personas que dan esta característica nominal de X no mienten: hacen algo distinto. Valiéndose del sistema aceptado en dicho medio, expresan tan sólo que X les conviene, que sirve para tal o cual trabajo. Y nada más. Si se describen las cualidades reales de X en una característica nominal, ésta no se consideraría como apreciación objetiva de su persona, sino como un testimonio de que X cometió una falta, que le destituyen del puesto, que se considera que no sirve, etc. Pero cuando X comete, en realidad, alguna falta, dirán que desconocían su verdadera naturaleza, que se equivocaron, pero es entonces cuando mienten, porque la verdadera personalidad del individuo social es generalmente conocida, de forma exhaustiva y exacta, por la gente de su entorno.

Hemos de empezar por algo; si todos mostramos la misma indiferencia que ustedes, los jóvenes, no conseguiremos nada. Tiene usted razón, dijo el Charlatán, pero la acción ha de superar cierto umbral, sin lo cual resulta absurda. En eso no estoy de acuerdo con Usted, dijo el Esquizofrénico. Las acciones absurdas, según Usted, tienen sentido como entrenamiento, como acumulación de experiencias para la acción.

Hace ya muchos años que cada otoño empezaba para el Calumniador comprando impresos para anuncios que llenaba con el siguiente texto: jodensita solo, científico, busca habitación aislada en casa tranquila. Las personas que alquilaban habitaciones sabían por experiencia que un inquilino así era el más ventajoso desde todos los puntos de vista y días después el Calumniador encontraba una habitación que satisfacía sus necesidades supermodestas. El Calumniador, que durante esos años estudió el sistema no oficial de alquiler de habitaciones, sentíase terriblemente impresionado por las siguientes circunstancias. Los inquilinos pagaban por las habitaciones (y viviendas) sumas exorbitantes. El número de los que alquilaban era enorme. Como resultado de ello, cientos de millones de rublos literalmente se redistribuían en la sociedad, dejando al margen el sistema financiero estatal. El Calumniador, después de unos sencillos cálculos, estableció que varias decenas de hoteles modestos con tarifas algo elevadas se amortizarían en algunos años, proporcionando enormes beneficios al Estado y aliviarían la existencia de la gente. Habló de ello junto al Quiosco. El Miembro se exaltó grandemente. El Charlatán, como siempre, no tardó en destruir las esperanzas y sembrar la desilusión. Primero, dijo, ¿a quién y cómo alquilarían las habitaciones? ¿Al que las quisiera? Eso en nuestro país no puede ocurrir. Alquilarán las habitaciones a personas que ya tienen asegurado el hotel, a los que están en comisión de servicio, y a los que sobornan. Las personas que intenten alquilar particularmente una habitación no lo podrán hacer en la mayoría de los casos. Por ejemplo, suponed que un hombre se divorcia de su mujer y tiene suficientes metros de casa, ¿por qué entonces van a poner un hotel a su disposición? Divorciense y repartan su vivienda. Y la gente que alquila habitación seguirá haciéndolo. Segundo, ese sistema de hoteles está en contradicción con el principio que afianza a un individuo al lugar que habita (el régimen de identidad, por decirlo de algún modo) y el principio de la dependencia de la vivienda de la posición social del individuo. Ese sistema de hoteles aumentaría el grado de independencia (mejor dicho, debilitaría el grado de dependencia, ya que resulta cómico hablar en este caso de independencia) del individuo en relación con la sociedad, cosa que contradice las leyes sociales de esa sociedad. Finalmente, aun suponiendo que su proyecto se realice, no se obtendría de hecho ningún beneficio económico. En sus cálculos no toma usted en cuenta los factores sociales. Si en nuestro país se dice que la construcción de una casa costó un millón, considere que se han despilfarrado por lo menos dos. Luego, la plantilla. Multiplique sus cifras por tres. Las reparaciones, y habrá que reparar aún antes de ponerlo en explotación. Multiplique por tres, o mejor dicho, por cinco las cifras de amortización. Y, por fin, el sistema de dirección. Esos conjuntos de hoteles darán lugar a un tal sistema de dirigentes, contables, oficinas, etc., que de los superbeneficios que usted calculó no quedará ni un kopek.

Siendo estudiante, dijo el Charlatán, a fin de ganar algo de dinero, me coloqué de ayudante de laboratorio en una fábrica de ladrillos, que parecía más bien un museo anterior a la época de Pedro el Grande que una fábrica moderna. Debido a las crecientes necesidades en materiales de construcción se decidió modernizar radicalmente el método de fabricación de ladrillos. Se creó un laboratorio especial, constituido por cinco doctores, quince candidatos, cincuenta futuros candidatos y unos doscientos ayudantes. Para dirigirlo designaron a un miembro correspondiente de la Academia. La misión de los ayudantes consistía en meter multitud de modernísimos aparatos en toda clase de agujeros de los hornos antiguos y anotar el resultado de sus mediciones en gruesos cuadernos. Los científicos estudiaban los cuadernos y buscaban la fórmula. Debo confesaros que el trabajo resultaba pesadísimo: debía examinar diez veces al día todos los aparatos y anotar los resultados. No tenía ni un minuto libre. Me disponía ya a largarme cuando se me ocurrió una idea. Me dije, por qué voy a largarme, el horno sigue siendo el mismo y también el barro; los aparatos son idénticos. El método de trabajo tiene siglos de existencia y es totalmente imposible extraer algo nuevo de él. Si fuera posible, nuestros abuelos y bisabuelos lo habrían hecho por sí mismos. Por consiguiente, pensé, las indicaciones de los aparatos serán casi siempre idénticas. Miré lo anotado en los cuadernos durante los días pasados y deduje los índices medios y variaciones posibles. A partir de entonces, en cuanto llegaba a mi guardia, llenaba en media hora de anotaciones los cuadernos por un día anticipado y me tumbaba a dormir o me ponía a estudiar. Un par de días más tarde, mi método fue conocido y aceptado por todos los ayudantes. Trabajamos de esta guisa casi todo un año; los cuadernos con nuestras anotaciones eran llevados en coches especiales al laboratorio donde se estudiaban concienzudamente. Por fin hallaron la fórmula y en consonancia con ella montaron los cimientos del horno experimental; de las ocho horas empleadas para la cocción, según el antiguo método, decidieron hacerlo en cuatro, aumentando la temperatura en 1.375 veecs y reduciendo la humedad en 1.578 veces. Las cifras eran aún más exactas, pero ya no las recuerdo. Cuatro horas después, abrieron los hornos y sacaron las carretillas con los ladrillos. Es imposible describir con palabras lo que ocurrió a continuación. Todos los ladrillos estallaron, pero cada uno a su modo. Ni un solo par era igual por su configuración y ¡qué configuraciones, Dios mío! Imposible ver nada semejante en ningún museo de arte moderno… Un día que no tenía nada que hacer decidí ojear los documentos del matemático despedido. Y, literalmente, se me salieron los ojos de las órbitas. El matemático en cuestión había descubierto una verdad trivial: los cálculos a ese nivel estaban de más y no influían para nada en las operaciones siguientes. Escribía lo que le daba la gana. Informé de ello al Consejo Científico. Estuvieron a punto de comerme. Me llamaron ignorante, reaccionario y conservador.

Cumbres Abismales I (parte I) – Alexandr Zinoviev

Sunday, June 28th, 2009

El pasado 7 de Abril di, de la manera más casual, con esta novela en una librería de viejo. Me la compré en el acto. Y no porque el precio estuviera ajustado, porque por 1,80 euros ya hay demasiados libros ajustados, sino porque me llamó la atención de una forma especial. Ante mí, sin más, por la intuición que uno va desarrollando en esos sitios en los que el desequilibrio lingüístico entre los conceptos de polvo y señora entrada en años es máximo, pensé que el libro ya era mío. Del que cierto crítico, Aleksandr Nekrich, un 14 de Abril de hace 22 años escribía en The New York Review of Books: en los siglos venideros Zinoviev será leído y admirado por millones; sus textos están en la tradición de Hobbes, Voltaire, Swift, George Orwell… Según más críticos, Zinoviev ha creado un género literario nuevo, donde se entremezclan la ferocidad de Swift, el burlesque de Rabelais, las paradojas lógicas de Carroll y la intuición sociológica de Simmel… 

Recomiendo visitar, por favor, los siguientes sitios,

http://fliegecojonera.blogspot.com/2006/05/el-otro-zinoviev-negacin-interna-y.html

http://www.kaosenlared.net/noticia/alexandr-alexandrovich-zinoviev-1922-2006-in-memoriam

Bueno, al menos, ya entraré yo en ellos en el futuro, cuando me haga con el segundo volumen de Cumbres Abismales, que a día de hoy, sería un poco demasiado.

Destacar, lo primero de todo, un detalle:

Zinoviev me ha gustado ante todo como escritor. Como ya se ha indicado, bien puede ser una mezcla de Swift + Orwell + Voltaire + Carroll + sociólogos + lingüistas.  No es que me haya gustado, sino que me ha atrapado. Pero hay que avisar que la lectura, hoy en día, de esta novela, supone tener paciencia, y leerla poco a poco. En grandes dosis, su efecto disminuye. Es mejor leerla a ratos. Las ideas después encajan mejor.

Hay por ahí, aparte, páginas que dejan de lado este aspecto que indico, y resaltan el hecho de que Zinoviev, de disidente y anti-soviético, pasó a ser defensor de “lo soviet” una vez comprobó el discurrir del mundo en Occidente. Se puede estar de acuerdo con ello; con que “lo soviet” pudo llegar a ser menos malo que por ejemplo “esto” a lo que hemos llegado ahora. Mi perspectiva es sencillamente que la crítica que hace Zinoviev del modelo “soviet” (no olvidemos que está escrita en 1974) vale para cualquier modelo político e ideológico creado por el hombre. A salvo, se quedan las teorías, las ideas, los sueños, … que pastan a sus anchas en páginas web por doquier.

Mi idea es ofrecer en diferentes capítulos, extractos de la novela. Extractos que me han llamado la atención por una u otra razón, aunque me dejo llevar por el sentido irónico y mordaz de Zinoviev. Me gusta más su pataleta Swiftiana quizás, pero también su preocupación por la sociolingüística, desafortunadamente hoy todavía seudo-rama (fundamental) de la ciencia que debería administrar de alguna manera las moderneces idiomáticas que nos rodean.

Antes, ofrezco algunos datos, una pequeña autobiografía incluída en el libro, y el prefacio.

 

 

Cumbres Abismales (Ziyaintshie vysoty)
1976
Editions L´Age d´Homme, Lausanne

Traducción directa del ruso
Luis Gorrachategui

Ediciones Encuentro
Mayo 1979
Colección creación literaria número 3

Prefacio
Capítulo Primero, Balada de los Fracasados
Capítulo Segundo, Parábola de las Bagatelas
Capítulo Tercero, Leyenda del Embadurnador

Pequeña autobiografía, auténtica, del autor.

“Nací el 29 de Octubre de 1922, en la aldea Pajtino, distrito de Chujloma, región de Kostromá. Mi madre, Appolinaria Vasilievna Zinovieva (1891-196?) era campesina koljosiana. Mi padre, Alexandr Yakovlevich Zinoviev, era obrero pintor (decorador). Éramos once hermanos. Como era de rigor entonces, la familia vivía, una parte en el pueblo (la madre y los niños pequeños) y la otra en Moscú (el padre y los chicos mayores). En 1946, toda la familia se trasladó a Moscú. Vivíamos en un sótano húmedo, de 10 metros cuadrados, en el que nos hacinábamos ocho o diez personas.
Desde 1933, yo viví y estudié en Moscú. En el 39 terminé el bachillerato e ingresé en el Instituto de Filosofía, Letras e Historia (Facultad de Filosofía). Ese mismo año, por criticar el culto de Stalin, fui expulsado del Komsomol (Juventudes Comunistas) y del Instituto.
En el ejército serví sucesivamente en caballería, fuerzas acorazadas y en la aviación. En 1946, me licenciaron del ejército. Después de la guerra ingresé en la Universidad de Moscú (Facultad de Filosofía). Terminé los estudios en 1951, y seguí los cursos de postgraduado, que concluí en 1954 con la defensa de la tesis: El método para ascender de lo abstracto a lo concreto, basado en temas de El Capital, de Marx. Mi tesis no tuvo éxito oficial, pero sí escandaloso. Simultáneamente con los estudios, trabajaba de cargador, cavador, auxiliar de laboratorio, traductor y maestro de escuela. Enseñé lógica y psicología desde 1948 hasta 1954.
En 1954 entré en el Instituto de Filosofía de la Academia de las Ciencias de la URSS, donde trabajé ininterrumpidamente hasta que me despidieron en enero de 1977, es decir, más de veintidós años. Esta labor la simultaneaba con mi empleo en el Instituto Físico-Técnico y luego en la Facultad de Filosofía de la Universidad. Desde 1967 a 1976 dirigí la cátedra de lógica. En 1962 defendí la tesis para el título de Doctor en Ciencias. En 1966 recibí el título de Profesor. Desde 1968 hasta 1970, pertenecí como miembro al Colegio de Redacción de la revista Problemas de Filosofía. En 1974 fui elegido miembro de la Academia de Ciencias de Finlandia.
Desde mi juventud fui antiestanilista y hasta el fallecimiento de Stalin consideré que la labor más importante de mi vida era hacer propaganda antiestanilista. Después de la muerte de Stalin, ingresé en el PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética) con el propósito de luchar legalmente contra el estanilismo. Pero pronto pude observar que de esa tarea se ocupaban los propios estanilistas y que yo no tenía nada que hacer en eso. Así que decidí militar de una manera puramente formal (esto es algo muy característico en los medios intelectuales soviéticos). En junio de 1976 me di de baja en el Partido: dejé de cotizar y devolví el carné. Formalmente fui expulsado del Partido en noviembre o diciembre de 1976.
En 1958 rompí mi libro sobre El Capital, de Marx, en el que había trabajado ocho años, porque el resultado era absolutamente negativo y me convencí de la imposibilidad, de la completa falta de perspectivas para trabajar en esa dirección. En 1959 empecé a trabajar en el campo de la lógica matemática y de la metodología de la ciencia. Publiqué seis libros y más de cien artículos en idiomas extranjeros. El campo fundamental de mis investigaciones es la lógica clásica y su aplicación al análisis del lenguaje científico”.

Prefacio

Este libro se compuso con los fragmentos de un manuscrito encontrado por casualidad, es decir, sin conocimiento de las autoridades, en un basurero recientemente inaugurado y abandonado poco después. A la solemne inauguración del basurero asistió el Jefe con sus Suplentes, clasificados por orden alfabético. El Jefe leyó un histórico discurso donde anunció que estaba a punto de ser realidad el anhelo secular de los hombres, pues ya se vislumbraban en el horizonte las cumbres abismales del socismo. El socismo es un régimen social ficticio que se hubiera formado si los individuos, en su recíproco comportamiento social, se atuviesen exclusivamente a las leyes de la sociedad, pero que de hecho resulta imposible por la falsedad de las suposiciones de partida. Como toda absurdidad que está al margen de la historia, el socismo posee su propia teoría equivocada y su propia práctica errónea, pero resulta imposible determinar, tanto teórica como prácticamente, qué es la teoría y qué la práctica. Jodensk es un lugar poblado que nadie puebla y que no existe en la realidad. Incluso si existiese por casualidad, no dejaría de ser pura ficción. En cualquier caso, si es posible en algún lugar, no lo es de ningún modo entre nosotros, en Jodensk. Aunque los acontecimientos y las ideas descritas en el manuscrito son, a juzgar por todo, imaginarios, resultan interesantes como prueba de las erróneas concepciones que los remotos antepasados de los jodensitas tenían sobre el ser humano y la sociedad.
Jodensk, 9974

Nota

El basurero no desempeña en Jodensk el papel que desempeñaba en las sociedades antagónicas del pasado. Se trata aquí de una de las Grandes Obras del socismo y por eso debe escribirse con mayúscula; así, por ejemplo: Basurero. Bajo el Adalid, por semejante omisión le habrían fusilado a uno en veinticuatro horas. Ahora, en cambio, al editor de este libro le trataron con gran humanidad: le echaron de su trabajo, le cubrieron de insultos y tomaron medidas, por las cuales diríase que dejó de existir (cosa que se exigía por consideraciones internas), pero parecía que seguía existiendo (que era lo exigido por consideraciones externas).

El Adalid fue el máximo personaje de Jodensk, el Jefe de la Hermandad (o, como se decía antiguamente, del Partido) y el Jefe del Estado. Desde el punto de vista formal…

Hasta pronto.

Travels into several Remote Nations Of The World. In four parts. By Lemuel Gulliver, first a Surgeon, and then a Captain of several ships.

Thursday, March 26th, 2009

 I PARTE  – Ediciones

La primera edición de los Viajes de Gulliver data de 1726, del 28 de Octubre para ser más exactos. Jonathan Swift nació un 30 de Noviembre de 1667, en Dublín. Tenía pues 59 años al publicar su obra más famosa. En 1704 publicó su otra obra más conocida, “El Cuento de un Tonel”. Nació de padres ingleses, y con su madre fue a Irlanda, como tantos otros. A lo largo de su vida hizo muchos viajes de Irlanda a Inglaterra. Conservador, pero fiel antes a su propio ideario que al de cualquier otro partido político o religioso, acabó por convertirse en fiel aliado de la causa irlandesa. No porque naciera en Dublín, o tuviera gran simpatía por este pueblo, más bien al contrario, sino porque veía en el Gobierno inglés una explotación económica y social contra el pueblo irlandés que le resultaba intolerable.

La primera edición en castellano de los famosos viajes se produjo en el año 1793, nada menos que 67 años más tarde. Una vez más se comprueba hasta qué punto España estuvo siempre alejada del best-seller europeo.  Después, se produjeron un cúmulo de ediciones, llenas de omisiones. La primera edición supuestamente íntegra data de 1921, y la siguiente corresponde a 1945. Se omiten generalmente párrafos alusivos a la cuestión irlandesa (tercera parte del libro) así como sus episodios más escatológicos (las meadas de Gulliver sobre el palacio liliputiense, las costumbres malsanas de los yahoos, y las de las enormes señoras de Brobdingnag).

Hay que llegar hasta 1982, es decir, 254 años después, un cuarto de milenio, para que se editen íntegramente los viajes, a partir de la edición definitiva inglesa, que se  considera que es la de Peter Dixon, 1967. En descarga de los editores españoles, hay que aclarar que tampoco en el Reino Unido se ponen de acuerdo en muchos aspectos referentes a la obra y vida de Swift.

Aquí tenemos la primera edición íntegra de los viajes en español, en la colección Tus Libros “Satíricos”, de Anaya,  número 16:

Primera edición completa castellano

En esta edición, hay un apéndice a cargo del traductor, el señor Pollux, que dice así:

“Por fin, zarandeado lector, tienes en tus manos la primera edición íntegra en castellano de una de las sátiras más célebres y bellas de la literatura universal, libro principal de la inglesa, obra maestra de aquel heterodoxo genial que fue Jonathan Swfit”.

Añade:

“Dos siglos y medio han visto no menos de media docena de ediciones y muchas más edicioncillas en nuestro idioma de Los Viajes de Gulliver, en las cuales, libreros y traductores, llevados por sus afanes fenicios y censoriles los unos, y por su indolencia o audacia los otros, han mutilado, añadido, teñido, diluido, o todo esto a la vez, lo que la gazmoñería de sus “estimados lectores”, su propia ignorancia, y aquello tan intangible, aunque imponente, que se dio en llamar moral pública, les hacía considerar de mal gusto, ofensivo, difícil o peligroso. Cortando aquí, limando allá, purificando acullá, quedóse el libro en cuento de muchachos, historieta de aventuras, fabulilla de enanos y gigantes…”.

El señor Pollux, no se quedó contento en 1982, y añadió:

“Merecedora tal vez nuestra lengua de una edición fiel y completa de este clásico, curados ya de fiebres redentoriles, y necesitados más que nunca del látigo satírico, por las nuevas modas totalitarias y por el paralelismo que del sistema y funcionamiento de la democracia estilo Westminster (conocida tan bien por Swift) se vislumbra por estas latitudes, ofrecemos esta nueva traducción…”

Este traductor, tan sarcástico en este apéndice, es el mismo que presenta su nueva traducción en la edición del año 2000 de  Cátedra. Han pasado 18 años, y no se conserva este halo de crítica, ironía. Al parecer en estas latitudes, ya no es necesario el látigo satírico, y sí un estudio concienzudo, objetivo, pero abstracto, universitario, que ofrece la editorial Cátedra, realizado por Pilar Elena. El estudio es largo, casi aburrido, y requiere del léctor atención y sabiduría supinas; éste debe conocer buena parte de la historia de Inglaterra del siglo XVII y XVIII… Se intentan mostrar también una serie de conclusiones, algunas obvias, otras innecesarias.

Edición 2000 Cátedra

Nueva edición Anaya

En este link se puede acceder a un pequeño archivo .pdf, en el que se muestran los grandes valores de la novela, o al menos, los que les gustaría que trabajaran los profes en las escuelas… , en las escuelas que adopten esta lectura en sus clases…

Valores como los de: Justicia Social, Tolerancia, Integridad, Honestidad, Lealtad, Inteligencia, Imaginación, y Curiosidad.

Está claro que la lectura moderna de los viajes insta a que los niños sean más tolerantes, justos, honestos, imaginativos,… hasta incluso más inteligentes. Impresionante el nuevo valor pedagógico de la fábula de Swift.

La sátira se quedó en el año 1982, y 27 años más tarde, estamos más cerca del espíritu gazmoño del que escribía Pollux, que por cierto, también ha traducido a Virgilio, a Dickens, a Dumas y Cyrano de Bergerac, nada menos.

II PARTE – Lectura

Los  viajes se dividen en cuatro libros. El primero, se desarrolla en Liliput, del que poco hace falta añadir, así como del segundo, en el país de los gigantes, Brobdingnag. La tercera parte se escribió después que la cuarta, y al parecer, ha sido la considerada de menor calidad por los críticos. Estoy en franco desacuerdo, pues a día de hoy, una lectura moderna de los viajes por Laputa e islas adyacentes constituye un feliz viaje a auténticos extractos primigenios de la mejor ciencia ficción humorística. Este tercer viaje es precursor del gran Stanislaw Lem por un lado, y por otro, de temas escritos por Huxley u Orwell. Se muestran invenciones totalmente desquiciadas, y a la vez, capaces de someter al lector a una vuelta al origen del espíritu científico, tan perdido en estos días. Hoy todo parece posible, sobre todo si hay cables de por medio, pero con la debida imaginación, pura y despejada, se pueden vislumbrar muchísimas posibilidades en la urdimbre de nuevas maneras de entretenerse, y de inventar.

Por ejemplo, que se me ocurra ahora: una gran oreja situada en un aeropueto, dispuesta a captar solamente la colección de estornudos y toses de los pasajeros. O una gran página de papel en blanco situada en la bóveda de una catedral, en la que todos los feligreses y turistas puedan escribir sus particulares visiones del lenguaje, la vida, y la política.

El cuarto viaje de Gulliver es en mi opinión el más excesivo, el que peor ha aguantado el paso de los años. Su furibunda crítica contra la especie humana, precursora del mismo Marqués de Sade, hoy en día no produce en el lector más que cierto hastío. Esto ya se ha leído y escuchado demasiadas veces, además de tener que soportar en ocasiones las obsesiones de los ecologistas y asociaciones de defensa de derechos de los animales. Hoy en día, creo que Swift, harto de todo esto, quizás colocara a las piedras como interlocutoras de Gulliver, considerándolas como las mejores criaturas que habitan en nuestro mundo, superiores a los caballos del País de los Houyhnhnms. Decir que en éste, viven los yahoos, seres humanos caídos en desgracia, degenerados, como los futuros morlocks de Wells.

El libro, en su conjunto, merece la pena ser revisitado, o atacado por primera vez, si es el caso. Yo no recuerdo qué edición leí en mis años mozos, pero casi seguro que sería una adaptada a los infantes.

Swift también estaría contento de saber que en la ciudad de Valencia se le ha dedicado un gran espacio a su personaje, en su estancia en Liliput. Una ciudad en la que encaja con perfección la idea de homenajear este libro. Apabullante la decisión tomada por el concejal de turno; lástima de que él mismo seguramente no será consciente de lo que puede llegar a ocurrir si a todos los valencianos les da por leer la gran fábula de Swift.

 

 Parque Gulliver, Valencia

Otra curiosidad del libro atañe a los japoneses. Japón es el único lugar del mundo que Gulliver visita y lo incluye dentro de sus viajes a naciones remotas (aparte de menciones a lugares de paso en sus travesías por barco, como el cabo de Buena Esperanza). Mencionar que el japonés es la única lengua que Gulliver no consigue dominar; algo insólito, teniendo en cuenta que en el siguiente viaje conseguirá comunicarse con los caballos. Hay un pasaje en el que se describe cómo los extranjeros que pisaban tierras japonesas debían a su vez pisar un crucifijo, para demostrar su condición de no cristianos (prueba por la que Gulliver no pasa finalmente). También hay que señalar el hecho de que, una vez más, los japoneses son dados a aprovechar la Historia que les conviene, y por ello, el famoso Miyazaki Hayao realiza su famoso anime “El castillo de Laputa” en un tono a su vez sarcástico, pero que no toca el tema de fondo que aludía Swift. ¡Lean y vean!

El Teatro De Sabbath

Friday, December 5th, 2008

Novela escrita en 1995.

Quería introducirme en el mundo de Philip Roth. Alguien me aconsejó leerlo. La lectura ha valido la pena. Y eso que la he hecho en inglés (edición Vintage), con lo que conlleva leer una novela de 450 páginas, de una densidad y calibre exquisitas.

Escribo un ejemplo, página 8:

“He could have told her to fuck off, of course, especially as Drenka would have participated as ardently in the threesome without the money as with, but to agree for a night to act as her john seemed to do as much for him as it did for her to pretend to be his prostitute”.

Como iniciación, como decía, al mundo de Roth, he preferido escoger una de sus novelas “independientes”, fuera de los ciclos que tiene, más concretas. Uno de ellos dedicado a un “alter ego” escritor.

La novela es un cúmulo de situaciones humorísticas.  El lector no debe dejarse llevar por la idea de que lo único que lee es retahilas de escenas donde el sexo, el mal gusto y la insensibilidad reinan. No.

Hay que tomarse la lectura primero como un ejercicio de catadura. Dejarse llevar por el ritmo que impone Roth. A veces muy lento, otras en las que no deja al lector respirar. La estructura de la novela es asimétrica, y para colmo, no hay grandes separaciones en cuanto a capítulos. Es todo como un engrudo, en el que hay que meterse. Tal así, que en las primeras treinta páginas, todos los personajes de la novela, los que tendrán mayor influencia ya han sido presentados. Mickey Sabbath – absoluto protagonista – , su hermano Morty, su madre, su padre, su mujer Roseanna, su amante Drenka, la chica del trío con Drenka, Christa; el hijo de Drenka, Mathew; Silvija, Matija… quizás quede Nikki, la primera mujer de Mickey.

Tras la presentación, se da un inmenso nudo, que lleva a un desenlace maestro.

Roth aprovecha para meterse con todo. Se mofa del patriotismo americano (escenas maestras que comparten meadas y banderas), de cierta parte de la cultura judía, del feminismo. Están los alcohólicos, los locos, los abusadores sexuales, los fantasiosos. Queda también algo del antiguo y buen americano, encarnado en el tío Fish, personaje entrañable que aparece al final de la novela.

Por encima de todo, de todos los temas tratados, en los que predominan el sexo y la muerte, está el amor por el lenguaje y su utilización al servicio del ritmo y el tono. No es una acumulación de escenas la novela. Es un esfuerzo,  – titánico o no, es algo  que sólo Roth lo podría afirmar – por escribir de cierta manera. Roth nos enseña que el idioma inglés no sólo sirve para usarlo como moneda de cambio. Es mucho más. Le saca jugo.

“Remarkable” El mismo Roth se ríe de esta palabra. Tan usada y reusada hoy en día por tantas gentes. Todo es “remarkable”. Roth sólo usa esta palabra en cierta escena. Y huye de ella después. Esto le hace ser un escritor ante todo. Que el lector supere sus propios esquemas morales a la hora de afrontar este libro. Superados, tendrá ante sí una gran novela.

Por último, destaco de Roth una cosa ante todo. Ya la he mencionado: es el ritmo que  impone por momentos, sobre todo en sus diálogos. El lector sin darse cuenta (y hubiéndola leído traducida habría sido más evidente) ha pasado tres o cuatro páginas. No cabe duda de que Roth disfrutó y se divirtió mucho escribiendo esta novela.

El diálogo en el que Mickey se anima a comprar vodka a la joven alcohólica; el que tiene con Michelle, la mujer de su amigo Norman; el que tiene con Christa; los que tiene con  su alcohólica mujer; el que existe en el tribunal, por sacar a la vista el pecho de una estudiante en el Bronx, durante su espectáculo.

O un arranque como este, en el que acelera y desacelera a voluntad, sabiendo que conduce con su cerebro un Lamborghini:

“Spontaneously Sabbath applauded. As far as he could tell, there were no longer street performers like himself – street far too dangerous for that – the street performers now were homeless beggars and bums. Beggar´s cabaret, beggar´s cabaret that was to his own long-extinct Indecent Theater what the Grand Guignol was to the darling Muppets and their mouths, all the decent Muppets, making people happy with their untainted view of life; everything is innocent, childlike, and pure, everything is going to be okay – the secret is to tame your prick, draw attention away from the prick. Oh, the timidity! His timidity! Not Henson´s, his! The cowardice! The meekness! Finally afraid to be utterly unspeakable, choosing to hide out in the hills instead! To everyone he had ever horrified, to the appalled who´d considered him a dangeorus man, loathsome, degenerate, and gross, he cried, “Not at all! My failure is failing to have gone far enough! My failure is not having gone further!” “.

Palabras

Tuesday, November 18th, 2008

Ultimamente he estado manejando durante bastantes horas al día un viejo diccionario de sinónimos y antónimos. Para lo que lo quiero, de poco me sirve. Al menos, me ha decepcionado su contenido, desde que lo comprara de saldo por 5 euros en una reciente feria del libro de Ocasión; y eso que lo vendían originariamente por 30. Y no rebajó el dueño el precio porque se diera cuenta de su práctica inutilidad en el moderno mundo que nos rodea, si no supongo que por su gran roto en la tapa de su portada.

Cada día está más difícil no sólo el encontrar la palabra adecuada, sino la misma búsqueda. Ésta se hace engorrosa en Internet; y los viejos libros están desfasados.  El lector seguro que conoce de algún buen diccionario de sinónimos y antónimos, y agradecería desde aquí sugerencias; que no sobrepasasen, esto es importante, los cinco euros que me gasté en el diccionario que poseo en estos momentos.

Paso ahora a enseñarles alguna de las curiosidades y obsesiones con las que trabajo estos días (en orden alfabético).

Ahora, las palabras, que se transformen en imágenes, perdida su capacidad literaria…