I PARTE – Ediciones
La primera edición de los Viajes de Gulliver data de 1726, del 28 de Octubre para ser más exactos. Jonathan Swift nació un 30 de Noviembre de 1667, en Dublín. Tenía pues 59 años al publicar su obra más famosa. En 1704 publicó su otra obra más conocida, “El Cuento de un Tonel”. Nació de padres ingleses, y con su madre fue a Irlanda, como tantos otros. A lo largo de su vida hizo muchos viajes de Irlanda a Inglaterra. Conservador, pero fiel antes a su propio ideario que al de cualquier otro partido político o religioso, acabó por convertirse en fiel aliado de la causa irlandesa. No porque naciera en Dublín, o tuviera gran simpatía por este pueblo, más bien al contrario, sino porque veía en el Gobierno inglés una explotación económica y social contra el pueblo irlandés que le resultaba intolerable.
La primera edición en castellano de los famosos viajes se produjo en el año 1793, nada menos que 67 años más tarde. Una vez más se comprueba hasta qué punto España estuvo siempre alejada del best-seller europeo. Después, se produjeron un cúmulo de ediciones, llenas de omisiones. La primera edición supuestamente íntegra data de 1921, y la siguiente corresponde a 1945. Se omiten generalmente párrafos alusivos a la cuestión irlandesa (tercera parte del libro) así como sus episodios más escatológicos (las meadas de Gulliver sobre el palacio liliputiense, las costumbres malsanas de los yahoos, y las de las enormes señoras de Brobdingnag).
Hay que llegar hasta 1982, es decir, 254 años después, un cuarto de milenio, para que se editen íntegramente los viajes, a partir de la edición definitiva inglesa, que se considera que es la de Peter Dixon, 1967. En descarga de los editores españoles, hay que aclarar que tampoco en el Reino Unido se ponen de acuerdo en muchos aspectos referentes a la obra y vida de Swift.
Aquí tenemos la primera edición íntegra de los viajes en español, en la colección Tus Libros “Satíricos”, de Anaya, número 16:
En esta edición, hay un apéndice a cargo del traductor, el señor Pollux, que dice así:
“Por fin, zarandeado lector, tienes en tus manos la primera edición íntegra en castellano de una de las sátiras más célebres y bellas de la literatura universal, libro principal de la inglesa, obra maestra de aquel heterodoxo genial que fue Jonathan Swfit”.
Añade:
“Dos siglos y medio han visto no menos de media docena de ediciones y muchas más edicioncillas en nuestro idioma de Los Viajes de Gulliver, en las cuales, libreros y traductores, llevados por sus afanes fenicios y censoriles los unos, y por su indolencia o audacia los otros, han mutilado, añadido, teñido, diluido, o todo esto a la vez, lo que la gazmoñería de sus “estimados lectores”, su propia ignorancia, y aquello tan intangible, aunque imponente, que se dio en llamar moral pública, les hacía considerar de mal gusto, ofensivo, difícil o peligroso. Cortando aquí, limando allá, purificando acullá, quedóse el libro en cuento de muchachos, historieta de aventuras, fabulilla de enanos y gigantes…”.
El señor Pollux, no se quedó contento en 1982, y añadió:
“Merecedora tal vez nuestra lengua de una edición fiel y completa de este clásico, curados ya de fiebres redentoriles, y necesitados más que nunca del látigo satírico, por las nuevas modas totalitarias y por el paralelismo que del sistema y funcionamiento de la democracia estilo Westminster (conocida tan bien por Swift) se vislumbra por estas latitudes, ofrecemos esta nueva traducción…”
Este traductor, tan sarcástico en este apéndice, es el mismo que presenta su nueva traducción en la edición del año 2000 de Cátedra. Han pasado 18 años, y no se conserva este halo de crítica, ironía. Al parecer en estas latitudes, ya no es necesario el látigo satírico, y sí un estudio concienzudo, objetivo, pero abstracto, universitario, que ofrece la editorial Cátedra, realizado por Pilar Elena. El estudio es largo, casi aburrido, y requiere del léctor atención y sabiduría supinas; éste debe conocer buena parte de la historia de Inglaterra del siglo XVII y XVIII… Se intentan mostrar también una serie de conclusiones, algunas obvias, otras innecesarias.
En este link se puede acceder a un pequeño archivo .pdf, en el que se muestran los grandes valores de la novela, o al menos, los que les gustaría que trabajaran los profes en las escuelas… , en las escuelas que adopten esta lectura en sus clases…
Valores como los de: Justicia Social, Tolerancia, Integridad, Honestidad, Lealtad, Inteligencia, Imaginación, y Curiosidad.
Está claro que la lectura moderna de los viajes insta a que los niños sean más tolerantes, justos, honestos, imaginativos,… hasta incluso más inteligentes. Impresionante el nuevo valor pedagógico de la fábula de Swift.
La sátira se quedó en el año 1982, y 27 años más tarde, estamos más cerca del espíritu gazmoño del que escribía Pollux, que por cierto, también ha traducido a Virgilio, a Dickens, a Dumas y Cyrano de Bergerac, nada menos.
II PARTE – Lectura
Los viajes se dividen en cuatro libros. El primero, se desarrolla en Liliput, del que poco hace falta añadir, así como del segundo, en el país de los gigantes, Brobdingnag. La tercera parte se escribió después que la cuarta, y al parecer, ha sido la considerada de menor calidad por los críticos. Estoy en franco desacuerdo, pues a día de hoy, una lectura moderna de los viajes por Laputa e islas adyacentes constituye un feliz viaje a auténticos extractos primigenios de la mejor ciencia ficción humorística. Este tercer viaje es precursor del gran Stanislaw Lem por un lado, y por otro, de temas escritos por Huxley u Orwell. Se muestran invenciones totalmente desquiciadas, y a la vez, capaces de someter al lector a una vuelta al origen del espíritu científico, tan perdido en estos días. Hoy todo parece posible, sobre todo si hay cables de por medio, pero con la debida imaginación, pura y despejada, se pueden vislumbrar muchísimas posibilidades en la urdimbre de nuevas maneras de entretenerse, y de inventar.
Por ejemplo, que se me ocurra ahora: una gran oreja situada en un aeropueto, dispuesta a captar solamente la colección de estornudos y toses de los pasajeros. O una gran página de papel en blanco situada en la bóveda de una catedral, en la que todos los feligreses y turistas puedan escribir sus particulares visiones del lenguaje, la vida, y la política.
El cuarto viaje de Gulliver es en mi opinión el más excesivo, el que peor ha aguantado el paso de los años. Su furibunda crítica contra la especie humana, precursora del mismo Marqués de Sade, hoy en día no produce en el lector más que cierto hastío. Esto ya se ha leído y escuchado demasiadas veces, además de tener que soportar en ocasiones las obsesiones de los ecologistas y asociaciones de defensa de derechos de los animales. Hoy en día, creo que Swift, harto de todo esto, quizás colocara a las piedras como interlocutoras de Gulliver, considerándolas como las mejores criaturas que habitan en nuestro mundo, superiores a los caballos del País de los Houyhnhnms. Decir que en éste, viven los yahoos, seres humanos caídos en desgracia, degenerados, como los futuros morlocks de Wells.
El libro, en su conjunto, merece la pena ser revisitado, o atacado por primera vez, si es el caso. Yo no recuerdo qué edición leí en mis años mozos, pero casi seguro que sería una adaptada a los infantes.
Swift también estaría contento de saber que en la ciudad de Valencia se le ha dedicado un gran espacio a su personaje, en su estancia en Liliput. Una ciudad en la que encaja con perfección la idea de homenajear este libro. Apabullante la decisión tomada por el concejal de turno; lástima de que él mismo seguramente no será consciente de lo que puede llegar a ocurrir si a todos los valencianos les da por leer la gran fábula de Swift.
Otra curiosidad del libro atañe a los japoneses. Japón es el único lugar del mundo que Gulliver visita y lo incluye dentro de sus viajes a naciones remotas (aparte de menciones a lugares de paso en sus travesías por barco, como el cabo de Buena Esperanza). Mencionar que el japonés es la única lengua que Gulliver no consigue dominar; algo insólito, teniendo en cuenta que en el siguiente viaje conseguirá comunicarse con los caballos. Hay un pasaje en el que se describe cómo los extranjeros que pisaban tierras japonesas debían a su vez pisar un crucifijo, para demostrar su condición de no cristianos (prueba por la que Gulliver no pasa finalmente). También hay que señalar el hecho de que, una vez más, los japoneses son dados a aprovechar la Historia que les conviene, y por ello, el famoso Miyazaki Hayao realiza su famoso anime “El castillo de Laputa” en un tono a su vez sarcástico, pero que no toca el tema de fondo que aludía Swift. ¡Lean y vean!