Malas noticias para los admiradores de esa compañía llamada Apple, buenas noticias para los usuarios de Macintosh. Esta relación de maldad/bondad es la que habitualmente se establece entre estos dos tipos de gentes. Que esta compañía tenga cada vez más beneficios es uno de esos índices económicos que nos muestran lo mal que va el mundo, por lo menos a niveles de moral globalizadora.
Por fín he dado con un reproductor MP3 que funciona en un Macintosh y no es uno de esos terribles artefactos llamados iPod, que son caros, feos y que representan la viva imagen de la panzuda felicidad con la que se creen que viven muchos.
No me gusta nada hacer publicidad, dar nombres y consejos. Se supone que el iPod lo conocen todos, mal que me pese, pero esta vez añado otro nombre: Zipy Coyote 1Giga.
1 Giga. Tengo por el disco duro una canción que me ocupa nada menos que 131.2 MB, es decir, que se llevaría más del 10% de la memoria. El tema, el eterno “Ion” de Klaus Schulze dura 57 minutos, y suena mucho mejor con la compresión que tiene (320 kbps), pero no me lo puedo permitir en mi Coyote. Por lo demás por ahí entran unos cuantos temas que se acercan a los 50MB, del mismo autor, u otros.
Explico esto para hacer notar que realmente un Giga da para bastante si uno escoge cuidadosamente sus canciones para guardarlas por una temporada en el reproductor. Me pregunto que si la canción del pop-rockeo convencional anda por los 4MB (menos para los punkarras, que verguenza les debería dar si se compran algo de esto) para qué diablos se lanzan a la venta aparatos con 4Gb, 8Gb, y no hablemos ya del éxtasis colectivo que le produce a algunos confirmar que tienen más memoria en su bolsillo que en su cabeza, con cifras que dan vértigo (¡160 gigas de música!).
Batería de 12 horas siendo optimista, estaría bien para un viaje aburrido de 12 horas en un avión, para encontrar por fin la gran canción que nunca hemos escuchado pero que estaba por ahí almacenada y que nos quita unos minutos de aburrimiento. No se crean, ya tengo cierta experiencia con estos vuelos, y créanme ahora, hoy en día las pantallas de los asientos de clase turista ya tienen de por sí suficientes botoncitos, películas y música para entretener el tiempo que haga falta entre cena y desayuno, o desayuno y cena, aparte paseos varios de azafatas.
¡Ah, claro! que al populacho también le gusta llevar un montón de fotos, de vídeos y demás cosillas consigo, como si fueran a enseñárselas todas a la gran comunidad de amigos del iPod que arrastra sus pies y sus cabecillas por las calles.
Así pues, cuando iba a comprar el mencionado aparatito, el chico que me atendió me apuntó que no me iba a funcionar en mi Mac porque el tenía Mac también, y no le iba. Entonces fue cuando decidí comprarlo, que a fin de cuentas, me ofrecían la posibilidad de devolverme el dinero, “sólo son 30 euros” me dijo el muy sinverguenza. Era uno de estos sectarios de Apple, seguro que con carnet y todo, de los que piensan que es más importante gastarse el dinero en imagen que en sonido.
Y da la casualidad que funciona. Tiene radio, podría meter fotos y vídeos si quisiera, y hasta puedo grabar mi propia voz o hacer entrevistas a los usuarios de iPod por la calle, para que me digan si ellos pueden o no.
El único “problema” es que sólo acepta archivos de MP3 (o MP4 si alguien entiende lo que significa esto), pero no acepta los archivos de “m4a”, los extraños informáticos/musicales que crean estos Macintosh cada vez que se importa un cd de música.
Solución: bajarse el programa totalmente gratuito llamado “Switch”, que alterará el formato de “m4a” a “mp3” con un poco de paciencia, eso sí, si tratamos temas de más de los 4Mb estándares.
Y ya está. 1 Giga de música escogida con un poco de cuidado, que nos da más que suficiente autonomía para cualquier viaje que no dure más de lo necesario.