Ultimamente he estado manejando durante bastantes horas al día un viejo diccionario de sinónimos y antónimos. Para lo que lo quiero, de poco me sirve. Al menos, me ha decepcionado su contenido, desde que lo comprara de saldo por 5 euros en una reciente feria del libro de Ocasión; y eso que lo vendían originariamente por 30. Y no rebajó el dueño el precio porque se diera cuenta de su práctica inutilidad en el moderno mundo que nos rodea, si no supongo que por su gran roto en la tapa de su portada.
Cada día está más difícil no sólo el encontrar la palabra adecuada, sino la misma búsqueda. Ésta se hace engorrosa en Internet; y los viejos libros están desfasados. El lector seguro que conoce de algún buen diccionario de sinónimos y antónimos, y agradecería desde aquí sugerencias; que no sobrepasasen, esto es importante, los cinco euros que me gasté en el diccionario que poseo en estos momentos.
Paso ahora a enseñarles alguna de las curiosidades y obsesiones con las que trabajo estos días (en orden alfabético).
Ahora, las palabras, que se transformen en imágenes, perdida su capacidad literaria…