Vayan estas pocas palabras e imágenes en homenaje a esta asociación de aficionados y devotos de las líneas, vías, máquinas, decoraciones, y modelismo en general.
…por “Twin Peaks” pasa el tren…
¡Ánimo!
Vayan estas pocas palabras e imágenes en homenaje a esta asociación de aficionados y devotos de las líneas, vías, máquinas, decoraciones, y modelismo en general.
…por “Twin Peaks” pasa el tren…
¡Ánimo!
8 de Junio, pasadas las once de la noche. 2011.
Desde al menos las seis y media de la tarde, de forma sistemática, no he podido acceder a ninguna dirección web de la que forme parte la palabra “blogspot”.
No se puede acceder a NINGÚN blog de este tipo, ya sea de música, recetas de cocina, cuentos de la abuela, etc, etc…
Lo preocupante del tema es que hoy en día, “blogspot” es lo que realmente hace ser a Internet un invento útil. Casi todo lo demás, lo podemos encontrar en los periódicos de toda la vida.
Sigan así, señores.
Bla, bla, bla.
Después del discurso, me voy a dormir. ¡Qué ganas!
Por cierto, tú que te crees tan listo, será mejor que leas algo de provecho, y dejes de lado la claqueta. Me molesta que nos digas qué escena se rueda, mientras tú ni siquiera conoces su orden.
USB, United States Of Bytes, where liberty comes after electricity, equality is unknown, because is everywhere, and chances of being admonished very high. But you have the control of the amount of bits. For the moment. Be patient.
John Foxx es un músico británico, que a muy principios de los años ochenta realizó, mediante su sobresaliente trabajo, la árdua tarea de cristalizar en forma de notas secuenciadas las partículas de acero, cemento, plástico y nuevos materiales de construcción que nos rodean. La banda sonora para cualquier novela urbana de Ballard puede ser su gran “Metamatic” de 1980. John Foxx quizás no fue el primero. Siempre hay algún brasileño, egipcio, norcoreano, o granadino, que ha llegado antes que el primero. Quien sea, que se presente. Que me escriba un comentario.
De “Metamatic”, “Swimmer 1” es mi predilecta. Donde vivía antes, cerca del Parque Guell barcelonés, en una calle que debería ser reconocida como la que soporta el mayor tránsito de seres lo más parecidos a lo que se conoce como “zombie” por minuto, dispuse de una habitación durante cuatro minutos. Y de unos altavoces. El patio al que daba la ventana yacía silencioso. A la espera. Comenzó a sonar “Swimmer 1”, cada vez más alto. El edificio, bastante enfermo, se construyó, según los datos de la referencia catastral, hacia 1971. Por aquel entonces, sonaba el “Meddle” de Pink Floyd, ecos de un poderoso ser más allá de la modernidad urbanita (aquello no podía durar demasiado). Casi cuarenta años después. Aquellas piedras escucharon “Swimmer 1”. La habitación se consagró (llevaba muy pocos días durmiendo en ella). Todo calló, y las piedras siguieron escuchando. Hasta que el arrebato de una alma perdida, indocumentada, insignificante, alterada, ignorante, quiso contraatacar, poniendo a todo volúmen una jerga alemana insoportable, a voz en grito. “Swimmer 1” terminó. Dejó de existir. Lo que vino después, a lo largo de los meses, fue una lucha sin cuartel, en la que sobreviví. Homenajeé a la canción en una novela, transfigurada en la “Stahlwerk Symphonie” de “Die Krupps”, banda por cierto alemana.
John Foxx sugiere como pocos lo etéreo de lo urbano. Salir de una estación de metro, a las nueve y media de la mañana, sopla un aire otoñal, luce el sol, se oyen pequeños gritos infantiles, mamás acarreando los carritos, ancianos fumando, parados en busca del milagro. Hasta podría ser perfecto. Si no se tuviera que continuar andando, ir hacia nuestro objetivo, que bien puede ser un hospital.
El poder de las palabras. El poder de la música. Valiente lucha que cada vez parece más abocada a terminar con la victoria de la segunda.
Y dejo unos nombres por aquí. Como Max Fritz, Franz Werfel, Luis Martín Santos, Gustave Flaubert, Marcel Aymée. O personajes sin acabar como Tío, o Pipo. Esperanzas de un futuro. Suena “Swimmer 1”.
¿Qué es un blog?
Un lugar en el que escribir.
Su utilidad es inversamente proporcional al número de personas que lo leen. ¿Por qué? Porque cuanta más gente lo hace, más se embadurna el autor. En opiniones, matices, detalles, que sólo enriquecen el blog, pero nada más. Es como añadir dibujitos aleatorios en la factura del gas. ¿Alguien va a dejarla de pagar?
¿Para qué escribir, pues? Hay dos razones fundamentales:
– una, por placer.
– dos, por el futuro. De megas hemos pasado a gigas, y de gigas a teras. El problema no es la cantidad (¡para qué hablar de la calidad!) sino el aprovechamiento. Nadie nos puede asegurar, sin embargo, que dentro de cierto tiempo, el ser humano no tenga la capacidad de asimilar la información en la misma progresión mega-giga-tera, y en un espacio temporal digno. Sólo por si realmente ocurre esto, en el futuro, escribo.
Mientras, la sala permanece vacía. Un saludo al futuro. Falta poco ya, Zinoviev. O eso espero.
PNL, Roth, Machen, USB, novela, concurso, memoria, argentino, jellyfish, Clarín, Trisomie 21 et al., rapid share, cruasanes, café, Drum, peine, fianza, alquiler, manta, colchón, papelera, biblioteca, wi-fi, antena, chilena, calcetín, relato, lavadora, ropa, lámpara, K. Dick, 12 de Marzo, caramelos, Mortadelo y Filemón, Rillington, All-Bran Kellogs, videos iro iro, …
Tanto tiempo sin escribir, se me vienen las ideas a la cabeza, pero más que reposar, han hervido un poco, así que otra vez será…
… así comienza la novela de Machen:
“Había un resplandor en el cielo como si se hubiesen abierto las puertas de un gran horno”
Demoledor principio. Tras unas descripciones sugerentes, el galés lleva rápidamente al lector al mundo de un adolescente dispuesto a la lucha contra el mundo que le rodea. Lucha que surge como reacción a la presión que recibe desde la alquitranada sociedad. Y comienza a escribir. Y a amar.
…
No he escrito mucho sobre cine últimamente. Películas que me han sacado de mi mundanal ruido: “The Rebirth” (sincero y poderoso alegato contra la cotidianeidad), “All About Lily Chou Chou” (segunda y más satisfactoria visión), “Viridiana” (algún domingo de estos ya me tocaba ir a Misa, y fue un martes, creo), “Muerte de un Cliclista” y “La Caza” (dos deudas saldadas), “Muerte en Venecia” (qué vamos a decir…).
…
Baroja, Pío
…
En mi pequeña balda esperan unos señores que vinieron del Este. Capek, y los hermanos Strutgatsky.
…
Cthulhu está con todos nosotros. A seguir pasándolo mal. 17h45. Hoy me he pegado contra una puerta de cristal corrediza, intuyendo que estaba abierta. El portero ha levantado una mano, y yo otra. La mía era la de una disculpa, la suya no sé lo que era. Pero me temo que este hombre pertenece al culto. Y me he marchado riéndome de él, aunque seguro que ha pensado que yo pensaba que me reía de mí mismo.
…
Y ahora me voy a enfrentar con los Ultracuerpos. Versión Kaufman. Así mañana podré salir a la calle con la placentera sensación de confundir la ficción con la realidad sin que nadie se de cuenta de mi estado mental. Realmente yo estoy con ellos. Pero es gran duda mía si ellos están conmigo. Esta duda es la que me empuja a seguir caminando ahí fuera esperando a que alguien me señale con su dedo.
…
Es costumbre mía escribir por las noches. Fue el inglés Walter Pater quien escribió algo así como que la necesidad del hombre de crear costumbres es lo que acaba con él. Así que termino. Buenas Noches.
29 y 30 de Marzo de 2008
Sala Barcelona 92 del Palau Sant Jordi.Barcelona.
Un grupo de editores, al menos dos serios sí que se apuntaron, … añadiendo ases del videojuego, del regalo resultón, de estetas del nuevo siglo, de ladrones de ahorros adolescentes, de payasos con demasiado tiempo libre. Se concentró un poco de todo en el Japan Week End, un experimento organizado en busca de “un encuentro con las fusiones de Japón entre tradición y tecnología”.
Realmente la definición del evento que nos dan los organizadores no deja de ser la más pura verdad. De hecho, el exceso de fusión es lo que hizo que aquello pareciese un salón de actos de cualquier colegio de los primeros años 80, cuando los niños pedían prestados a sus padres ropitas de “movida” para ir disfrazados a la escuela, alucinados todavía con la Nintendo que guardaban en la mochila a buen recaudo.
Desde Japón nos llega una verdadera fusión de culturas, de tradiciones y de tecnologías que realmente es una macedonia de la que es difícil distinguir y destacar sabores concretos.
Lo importante es disfrazarse, agarrarse a la consola, hacer que se baila entre amigos, y enaltecer y poner mayores bases a la personalidad de cada uno.
Aparte de que los mangas, fotos varias, pins, muñecos, juegos, cartas, camisetas y demás vestuarios, revistas, películas, … no eran nada baratos, el precio que pagan los adolescentes que pululaban por allí (con pocas excepciones de gente más “adulta” como servidor que acudió allí en busca de no se muy bien qué) en concepto de futuras confusiones, decepciones y desavenencias con sus actuales ídolos está todavía por saberse.
Está claro que los chavales de hoy en día se pueden permitir una serie de presupuestos y consumos que, dejando de lado su procedencia (alguien en el Palau Sant Jordi se habrá hecho la pregunta: ¿de dónde se sacan los adolescentes japoneses el dinero para financiarse sus figuritas, ropas, videojuegos?), parecen ser suficientes para mantener bien a flote y viento en popa esta ecléctica industria.
Industria que ahora funciona muy bien a base de publicar en masa todo lo que sea traducible, en forma de letras o de identificaciones culturales que por algún milagro coincidan.
Me explico. Los japoneses, ya de por sí muy cautos con las traducciones, siempre estarán dispuestos a exportar la cultura que realmente menos les comprometa (por suficiente bestia que les parezca a algunos lo que ven en algunas películas o videojuegos) y a seguir haciéndose ricos con creaciones artísticas, que aunque siendo de alta calidad, puedo asegurarle desde aquí, querido lector, son totalmente residuales para cualquier japonés del montón que intenta ganarse la vida. Vamos, que realmente todo esto no interesa a nadie allí. Con “todo esto” me refiero a todo: los disfraces, los videojuegos, los mangas, las películas, los pins, los mongolizantes bailes esos … Porque ellos consumen su propia ración de cultura Occidental. Lo mezclan todo, hacen la primera versión de la macedonia.
Aquí nadie realmente lee un manga (¡ojo! traducido al castellano o al catalán de por aquí) que no haya sido pasado por el tamiz Occidental. Incluso el mismo Otomo reconoce muchísimas referencias de cultura americana en su “Akira”.
Realmente pues cuidado con lo que se ve y se compra por ahí. Lo que nos venden los japoneses ya viene de por sí desnaturalizado, y pasado por el nuevo tamiz de los editores y mayormente de los distribuidores y redes de asquerosos libreros/tenderos roba-ahorros, nos queda poco más que nada.
Nos queda un bajo porcentaje. No quiero ser demasiado pesimista. Quizás sea un 10%.
Por ejemplo, las ediciones de los manga de Taniguchi, en este mismo sitio comentadas, o las de Hideshi Hino.
¿Qué decir del cine japonés? La respetable publicación Cine-Asia nos indica echando un vistazo a sus revistas que de todo lo que escriben para rellenarlas, realmente poco se puede salvar. ¿Y de lo escrito, realmente bueno y realmente lanzado al mercado dvd con precios razonables?
¿2%?
Y los ropajes, las fotos, los conciertos de música, las cartas, etc… No sigo.
Buenos tiempos para ser editor, malos para ser adolescente.